Una vez más, en Europa, se ha cumplido el axioma: político corrupto más votante de derechas igual político reelegido y la derecha europea se ha llevado de calle el parlamento en el que se decide la vida y miserias de todos los europeos desde las playas portuguesas a los montes Urales, sin que la mayoría se inmutara. Como sabrán, ha ganado la abstención, como si los que legislan en Estrasburgo no tomaran decisiones definitivas para la vida diaria. Hace unos meses, la reivindicación obrera que costó muchas vidas en el siglo pasado estuvo a punto de desaparecer en un abrir y cerrar de ojos, merced a la propuesta de un país nacido ayer, Eslovenia. Se quería extender la jornada laboral de 48 a 65 horas. Pero las ansias de la empresa privada de someter más aún a sus trabajadores a sus deseos desmedidos de ganancia fueron impedidas por el bloque de "izquierda", dando un respiro a millones de currantes. Veremos hasta cuándo.
Pero la complacencia de los votantes se ha visto altamente recompensada con el voto militante a la "cosa Berlusconi", como genialmente le llamara Saramago; al voraz Sarkozí o al maloliente partido popular español. Castigando a su vez a Gordon Brown, Zapatero o Sócrates, en una demostración de que los votantes de izquierda ejercen la crítica quedándose en casa, zampándose un croisant, mientras ven impasibles la caída de los que consideran traicionaron su voto.
Parece que la fotos publicadas en El País haciendo visible el espíritu libertino de emperador romado de la "cosa Berlusconi", o el hecho de que cada vez salgan más actos de corrupción del PP en los tribunales, o que el candidato Mayor Oreja hubiera manifestado que era peor el aborto a la pederastia (consecuentes al fín, ¿no apoya la iglesia la pena de muerte?), sólo han conseguido expeler del sofá a aquellos votantes que únicamente ven al otro lado a un "presunto" resucitado de la guerra fría. Incapaces de comprender que el mundo ha cambiado tanto que probablemente al frente sólo tengan unos partidos también de derechas, pelín timoratos y que tienden a no lamer la mano de la iglesia ni de las transnacionales, aunque a veces también se les vaya la lengua.
Espero que el resultado de lo ocurrido el domingo se lea más en clave de abstención que de voto. ¿Cuáles son las razones por las cuales la gente, sencillamente, no fue a votar? Algunos analistas piensan que probablemente se deba a que no ven que Europa solucione sus problemas vinculados a la crisis, y probablemente tengan razón. Yo creo que, una vez más, el espíritu crítico desmedido de los votantes de izquierda ha impuesto su voto castigo. Porque en España no es suficiente la extensión de derechos que implica la nueva ley del aborto y las bodas homosexuales, que nos ponen a la cabeza de los países más avanzados en derechos sociales. No. Creo que hace falta una mayor definición en otros temas que afectan al bolsillo de los ciudadanos y en los cuales hay una percepción de que todos son la misma cosa. Me estoy refiriendo a la pérdida constante o empeoramiendo de los derechoa básicos, como son la educación y la salud. El hambre desmedida de las privatizaciones encabezado por el partido popular no tiene una contraparte que lo frene, tal vez porque dentro del PSOE tampoco estén interesados en su mantenimiento. Hay una falta de mensajes claros en este sentido. Porque la gente se siente desamparada cuando, por ejemplo, el médico de cabecera le niega la atención adecuada porque la comunidad respectiva ha dado la orden de limitar ciertos derechos, con el interés de hacerlos caer para más tarde privatizarlos.
Todos conocemos el apego desmedido del partido popular al pensamiento conservador, patriarcal por un lado, y por el otro, liberalizador en la economía. Lo que lo convierte en una paradoja en sí mismo. Ójala fueran consecuentes conservadores en todo, o liberales generalizados. Estoy segura de que sería muy bueno para la sociedad. Porque no negaremos el absurdo que ha significado su oposición a la apertura de las fosas de la guerra civil, una herida que ha llegado la hora de cerrar; su negativa a la asignatura "Educación para la ciudadanía", en la cual sólo se habla de derechos humanos; o la crítica desmedida a la ampliación de los plazos del aborto, sólo porque son derechos de las mujeres, porque sobre los curas pederastas, mutis. Por el lado de la economía, si nos descuidamos nos privatizan hasta la voluntad. Pero no sólo privatizan las empresas, lo vemos en temas de salud en que las pretensiones son acercarnos al modelo estadounidense donde el acceso a ésta está restringido a los pudientes y el resto padece un abandono que pone al país en escena tercermundista. Justo cuando Obama quiere salir de él, la presidenta de la Comunidad de Madrid (por poner un ejemplo) quiere copiarlo, en un viva la fiesta de la beneficencia (seguramente porque la añora). Antediluvianos, eso es lo que son. Lo peor es que esa visión inquisidora y medieval es aprobada militantemente por sus votantes.
Las veces que converso con ellos, capto una suerte de ignorancia atrevida. Basándose en cuatro lecturas, entre las que se incluyen las revistas del corazón, se atreven a analizar una sociedad de una complejidad inabarcable. Hay un dicho español que los define: "No hay peor idiota que el currante de derechas, porque la derecha nunca defiende a los currantes, sólo sus intereses".
Pues en manos de esos idiotas hemos caído.
Pero la complacencia de los votantes se ha visto altamente recompensada con el voto militante a la "cosa Berlusconi", como genialmente le llamara Saramago; al voraz Sarkozí o al maloliente partido popular español. Castigando a su vez a Gordon Brown, Zapatero o Sócrates, en una demostración de que los votantes de izquierda ejercen la crítica quedándose en casa, zampándose un croisant, mientras ven impasibles la caída de los que consideran traicionaron su voto.
Parece que la fotos publicadas en El País haciendo visible el espíritu libertino de emperador romado de la "cosa Berlusconi", o el hecho de que cada vez salgan más actos de corrupción del PP en los tribunales, o que el candidato Mayor Oreja hubiera manifestado que era peor el aborto a la pederastia (consecuentes al fín, ¿no apoya la iglesia la pena de muerte?), sólo han conseguido expeler del sofá a aquellos votantes que únicamente ven al otro lado a un "presunto" resucitado de la guerra fría. Incapaces de comprender que el mundo ha cambiado tanto que probablemente al frente sólo tengan unos partidos también de derechas, pelín timoratos y que tienden a no lamer la mano de la iglesia ni de las transnacionales, aunque a veces también se les vaya la lengua.
Espero que el resultado de lo ocurrido el domingo se lea más en clave de abstención que de voto. ¿Cuáles son las razones por las cuales la gente, sencillamente, no fue a votar? Algunos analistas piensan que probablemente se deba a que no ven que Europa solucione sus problemas vinculados a la crisis, y probablemente tengan razón. Yo creo que, una vez más, el espíritu crítico desmedido de los votantes de izquierda ha impuesto su voto castigo. Porque en España no es suficiente la extensión de derechos que implica la nueva ley del aborto y las bodas homosexuales, que nos ponen a la cabeza de los países más avanzados en derechos sociales. No. Creo que hace falta una mayor definición en otros temas que afectan al bolsillo de los ciudadanos y en los cuales hay una percepción de que todos son la misma cosa. Me estoy refiriendo a la pérdida constante o empeoramiendo de los derechoa básicos, como son la educación y la salud. El hambre desmedida de las privatizaciones encabezado por el partido popular no tiene una contraparte que lo frene, tal vez porque dentro del PSOE tampoco estén interesados en su mantenimiento. Hay una falta de mensajes claros en este sentido. Porque la gente se siente desamparada cuando, por ejemplo, el médico de cabecera le niega la atención adecuada porque la comunidad respectiva ha dado la orden de limitar ciertos derechos, con el interés de hacerlos caer para más tarde privatizarlos.
Todos conocemos el apego desmedido del partido popular al pensamiento conservador, patriarcal por un lado, y por el otro, liberalizador en la economía. Lo que lo convierte en una paradoja en sí mismo. Ójala fueran consecuentes conservadores en todo, o liberales generalizados. Estoy segura de que sería muy bueno para la sociedad. Porque no negaremos el absurdo que ha significado su oposición a la apertura de las fosas de la guerra civil, una herida que ha llegado la hora de cerrar; su negativa a la asignatura "Educación para la ciudadanía", en la cual sólo se habla de derechos humanos; o la crítica desmedida a la ampliación de los plazos del aborto, sólo porque son derechos de las mujeres, porque sobre los curas pederastas, mutis. Por el lado de la economía, si nos descuidamos nos privatizan hasta la voluntad. Pero no sólo privatizan las empresas, lo vemos en temas de salud en que las pretensiones son acercarnos al modelo estadounidense donde el acceso a ésta está restringido a los pudientes y el resto padece un abandono que pone al país en escena tercermundista. Justo cuando Obama quiere salir de él, la presidenta de la Comunidad de Madrid (por poner un ejemplo) quiere copiarlo, en un viva la fiesta de la beneficencia (seguramente porque la añora). Antediluvianos, eso es lo que son. Lo peor es que esa visión inquisidora y medieval es aprobada militantemente por sus votantes.
Las veces que converso con ellos, capto una suerte de ignorancia atrevida. Basándose en cuatro lecturas, entre las que se incluyen las revistas del corazón, se atreven a analizar una sociedad de una complejidad inabarcable. Hay un dicho español que los define: "No hay peor idiota que el currante de derechas, porque la derecha nunca defiende a los currantes, sólo sus intereses".
Pues en manos de esos idiotas hemos caído.
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