Ir al contenido principal

Gary Yourofsky o mis razones...

 Mi hija de 14 años decidió dejar de consumir productos animales, después de ver un vídeo de 12 minutos sobre lo que les pasa en los mataderos. Luego, ella solita, descubrió a este hombre y accedí ver esta ponencia 4 meses después. ¡¡¡Cuatro meses después!!! Como sé que fui una tonta en no hacerlo antes y comprendo la seriedad del asunto y lo admirable que es este hombre, quiero compartirlo con mis amigxs, contactos y gente de bien. Dura solamente una hora y diez minutos y el de las preguntas, treinta. Creo que si somos seres honestos, pensantes e inteligentes, nos interesará ver este otro punto de vista que, además, está muy bien documentado. Si después de verlo íntegro, sientes que nada en tu vida ha cambiado... no sé, creo que algo no anda bien y que por eso el mundo está donde está...

Al final, está el enlace de las preguntas, que también tienen mucha miga... 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Otro 30 de junio sin Lizandro

 Cada treinta de junio, desde que partiste, es un golpe con cristales rotos, un tren parado a las tres de la madrugada en un páramo frío, una tentación de volar al vacío, un sinónimo de ausencia, soledad, nostalgia. Son nueve ya. Y en todos estos años, tu recuerdo ha sido constante e imborrable, como si el tiempo, lejos de borrarte, se empeñara en traerte cada día. Y es que cuando has amado a alguien, el amor se mantiene imperturbable, a pesar de las separaciones.  Y yo te hablo y te pido favores, porque siento que estás conmigo. Tal vez sea una manera de mantenerte vivo, no lo sé, pero me ayuda a conjurar otras ausencias. Ya sabes que no creo en santos ni aparecidos, pero sin embargo, en esos momentos en que necesito un ángel que proteja a mis bienamadas, te hablo y te digo: querido Lizandro, cuídalas. Dice Jeff Dune, doctor en física nuclear, que existimos más allá de lo físico, que la noción del tiempo y el espacio son solo herramientas que nos ayudan a dar sentido a nuestras experi

Entre tú y el Ché - seis grados de separación

  Como desde hace unos 5 viajes, solemos reunirnos los tres en una distendida cena en algún restaurante de nuestra ciudad, Santa Cruz. Amigos desde los 13 años pero con un largo paréntesis de esos que se inauguran cuando te casas, tienes hijos y formas una familia, para luego retomar las viejas y esenciales amistades, resultado del perdón de la parca, que nos permite aún gozarlas; recuperamos la relación con fuerza y voluntad de mantenerla todo lo que dé el cuerpo. En esta cena, que se va alejando ya de la memoria, pisoteada por la cotidianeidad española, ambos me contaron su relación con el Ché. Ahora que se ha convertido en un trago, merced de aquel político diletante que ahora se dedica a la restauración después de haber fracasado en sus intentos de alcanzar los cielos desde Madrid, el Ché siempre ha acompañado a los bolivianos de mi generación porque fue parte de nuestra cultura, tanto como la es de los cubanos y menos de los argentinos. Cada uno de nosotros tiene una historia que

Erick y el tiempo

 Nunca es fácil escribirle a los amigos que se han ido y ya tengo una edad en la que me ha tocado despedir a muchos. El lunes 5 me llamaron del hospital para decirme que habías tenido una parada respiratoria y yo ya supe (lo supe cuando vi que la llamada era a una hora inesperada) que ya nada se podía hacer por ti, por lo que no me hacía falta la segunda llamada (a los 20 minutos) para certificarlo.  Fuimos a verte una vez más. Llevábamos nueve días tomando varios metros y un autobús en medio de la nada, de una parada que alcanzaba los 47 grados, para ir a verte la media horita que nos permitían. Era cuando yo te hablaba y te decía que te esperábamos todos, tus otros amigos gatos y nosotros. Pero media hora de amor no era suficiente para tapar todo el dolor que te provocaban las intervenciones médicas, justificables porque intentábamos todo -los veterinarios y nosotros- para salvarte. Pero tu pobre cuerpecito, invadido por sueros y sondas no pudo más. El día domingo 4 ya llorabas de do