Una de las cosas que debería aprenderse con los años es a respetar los deseos de los otros/as. Las imposiciones de los propios anhelos a los demás, además de estar anticuadas, son como dianas móviles. A veces puedes acertar y otras no.
El pulso, siempre perdedor, con mis hijas me ha llevado a dejarlas elegir su ropa, juguetes y libros. Todo para mejorar la convivencia. Pero hay rechazos más sutiles y no por ello menos demostrativos del fracaso de las decisiones tomadas por unos para los otros. Hace unos años la cooperación interncional tuvo que inventarse el agua tibia, proponiendo lo que se llamó "La definición de la demanda diferenciada de la población". Así trataban de evitar tirar el dinero por la borda con proyectos absurdos como el de las letrinas en el altiplano, por ejemplo, que no esperaban que el pastor de ovejas viniera a usarlas como tal, sino como almacén de papas. Es que ellos necesitaban dónde guardar su cosecha pero nadie les escuchó, por lo que aceptaron, en silencio porque cualquier regalo vale, la instalación de esos extraños cuartitos. Más tarde veremos cómo los usamos, pensarían. Más listo fue el niño aquél que al abrir sus regalos dijo: "Mira mami, los reyes me han traído lo que te gustaba", dejando a la madre patitiesa.
Esto lo podemos extrapolar a todas las decisiones que se toman en los ministerios, en el palacio de gobierno y en los despachos en general, donde sesudos políticos y técnicos especializados toman decisiones sobre qué es lo que necesitamos los ciudadanos/as en general, en vez de tomarse la molestia de preguntarnos directamente.
Eso fue lo que pasó, millones de por medio, con el Parque Santander. El Presidente de entonces "cedió" un terreno valiosísimo a una famosa constructora. Hasta ahí todo normal, sólo que este terreno era y es usado aún como cancha de fútbol. Para callar al personal se ofreció a los chamberileños ampliar el parque dándole uso al área donde se ubicaba un helipuerto. Enorme área. El proyecto no estaba mal, aunque podía perfeccionarse. El presidente, Gallardón, devino alcalde y la antingua ministra, Aguirre, devino presidenta. Pero tal Tom y Jerry, la presidenta y el alcalde se llevan mal, por lo que ésta decidió echar abajo el proyecto del alcalde, lo cambió y lo convirtió en un ridículo mecano para tirar pelotitas de golf. Nadie está en desacuerdo con tal noble deporte. Si hasta debe ser entretenido jugar persiguiendo la bolita. Pero no es la cuestión. La pregunta es: ¿Queremos en Chamberí jugar al golf? Salvo a los que juegan, que serán muchos o pocos, qué más da, ¿a alguien más le interesa?
Como siempre, no nos han preguntado.
Paréntesis. Llevo 10 años viviendo en España y al comienzo pensaba que los spaniards eran casi donantes vivos de corazón. Impasibles. Poco dados al putazo, a la organización, al bloqueo, al escándalo. Cansados tal vez de tanta lucha previa, cualquier cosa era una menudencia. Me molestaba mucho esa falta de reacción pero, debo confesar, me han sorprendido con hechos puntuales y muy importantes. El 14 de marzo me dejó helada. A mí y a Aznar, creo yo. No esperaba ese voto militante. Esa rabia traducida en acciones eficaces. Le dieron un vuelco de 180 grados al país, equivalente a un terremoto de brutal sacudida. En plan boliviano pensé: ¡¡¡habían sabido enfadarse los españoles!!!
Pues para este tema se han ido juntando los pequeños emputes hasta convertirse en un reclamo que comienza a organizarse como orquesta sinfónica donde nada sobra, nada desafina. Han ido saliendo los vecinos/as de sus casas, los niños/as de sus escuelas, los dependientes de sus tiendas, los mayores de sus actividades y los deportistas de sus zapatos, y se ido juntando esfuerzos para derribar el mecano, para tirar abajo las vallas parecidas a las de Guantánamo y para mandar las pelotitas a donde carajo quiera el que las quiera. Que queremos un parque en condiciones donde montar en bicicleta, dar una vueltita trotando o dar de comer a las palomas, sea una opción entre otras muchas.
Y que no crean que esto va sólo de parque. Esto es una pulseta entre la democracia del voto y la democracia donde la participación en los temas que atingen al ciudadano de a pie, está en juego.
Va de democracia señores y lo conseguiremos. Porque peores muros han caído bajo el impulso de miles de ciudadanos y seguirán cayendo porque somos muchos.
Hagan sus apuestas, señores. Porque cuando estrenemos parque, cómo me voy a reír y cómo me va a encantar re-encontrarme con mis vecinos en un soleado día en el Santander.
Que esto no es derribar una dictadura como la de García Meza, pero es igual de divertido.
El pulso, siempre perdedor, con mis hijas me ha llevado a dejarlas elegir su ropa, juguetes y libros. Todo para mejorar la convivencia. Pero hay rechazos más sutiles y no por ello menos demostrativos del fracaso de las decisiones tomadas por unos para los otros. Hace unos años la cooperación interncional tuvo que inventarse el agua tibia, proponiendo lo que se llamó "La definición de la demanda diferenciada de la población". Así trataban de evitar tirar el dinero por la borda con proyectos absurdos como el de las letrinas en el altiplano, por ejemplo, que no esperaban que el pastor de ovejas viniera a usarlas como tal, sino como almacén de papas. Es que ellos necesitaban dónde guardar su cosecha pero nadie les escuchó, por lo que aceptaron, en silencio porque cualquier regalo vale, la instalación de esos extraños cuartitos. Más tarde veremos cómo los usamos, pensarían. Más listo fue el niño aquél que al abrir sus regalos dijo: "Mira mami, los reyes me han traído lo que te gustaba", dejando a la madre patitiesa.
Esto lo podemos extrapolar a todas las decisiones que se toman en los ministerios, en el palacio de gobierno y en los despachos en general, donde sesudos políticos y técnicos especializados toman decisiones sobre qué es lo que necesitamos los ciudadanos/as en general, en vez de tomarse la molestia de preguntarnos directamente.
Eso fue lo que pasó, millones de por medio, con el Parque Santander. El Presidente de entonces "cedió" un terreno valiosísimo a una famosa constructora. Hasta ahí todo normal, sólo que este terreno era y es usado aún como cancha de fútbol. Para callar al personal se ofreció a los chamberileños ampliar el parque dándole uso al área donde se ubicaba un helipuerto. Enorme área. El proyecto no estaba mal, aunque podía perfeccionarse. El presidente, Gallardón, devino alcalde y la antingua ministra, Aguirre, devino presidenta. Pero tal Tom y Jerry, la presidenta y el alcalde se llevan mal, por lo que ésta decidió echar abajo el proyecto del alcalde, lo cambió y lo convirtió en un ridículo mecano para tirar pelotitas de golf. Nadie está en desacuerdo con tal noble deporte. Si hasta debe ser entretenido jugar persiguiendo la bolita. Pero no es la cuestión. La pregunta es: ¿Queremos en Chamberí jugar al golf? Salvo a los que juegan, que serán muchos o pocos, qué más da, ¿a alguien más le interesa?
Como siempre, no nos han preguntado.
Paréntesis. Llevo 10 años viviendo en España y al comienzo pensaba que los spaniards eran casi donantes vivos de corazón. Impasibles. Poco dados al putazo, a la organización, al bloqueo, al escándalo. Cansados tal vez de tanta lucha previa, cualquier cosa era una menudencia. Me molestaba mucho esa falta de reacción pero, debo confesar, me han sorprendido con hechos puntuales y muy importantes. El 14 de marzo me dejó helada. A mí y a Aznar, creo yo. No esperaba ese voto militante. Esa rabia traducida en acciones eficaces. Le dieron un vuelco de 180 grados al país, equivalente a un terremoto de brutal sacudida. En plan boliviano pensé: ¡¡¡habían sabido enfadarse los españoles!!!
Pues para este tema se han ido juntando los pequeños emputes hasta convertirse en un reclamo que comienza a organizarse como orquesta sinfónica donde nada sobra, nada desafina. Han ido saliendo los vecinos/as de sus casas, los niños/as de sus escuelas, los dependientes de sus tiendas, los mayores de sus actividades y los deportistas de sus zapatos, y se ido juntando esfuerzos para derribar el mecano, para tirar abajo las vallas parecidas a las de Guantánamo y para mandar las pelotitas a donde carajo quiera el que las quiera. Que queremos un parque en condiciones donde montar en bicicleta, dar una vueltita trotando o dar de comer a las palomas, sea una opción entre otras muchas.
Y que no crean que esto va sólo de parque. Esto es una pulseta entre la democracia del voto y la democracia donde la participación en los temas que atingen al ciudadano de a pie, está en juego.
Va de democracia señores y lo conseguiremos. Porque peores muros han caído bajo el impulso de miles de ciudadanos y seguirán cayendo porque somos muchos.
Hagan sus apuestas, señores. Porque cuando estrenemos parque, cómo me voy a reír y cómo me va a encantar re-encontrarme con mis vecinos en un soleado día en el Santander.
Que esto no es derribar una dictadura como la de García Meza, pero es igual de divertido.
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