Hace unos días ha muerto Drago, el perro de mi sobrino Sebas. Como era de esperar, fue una muerte quebrantalmas. En su carta, mi sobrino manifestaba una tristeza de una sobriedad elegante. Había muerto un animal amado pero había que guardar la compostura y respetar sus deseos de discreción.
Los que hemos enterrado gatos, perros, conejos, pájaros amados, sabemos lo que significa ese instante en el que ese pequeño ser decide abandonarte dejándote en una soledad irremediable. La muerte allí, descarnada, abierta, colorida. Dejándote en pedazos, con un puzzle al que le faltan las piezas más importantes.
Los animales, como seres queridos, se instalan en tu vida y pueblan tus días de detalles, de modo que cuando se marchan te dejan huecos que ningún albañil puede cubrir. Perforaciones como las de la luna, con las cuales debes intentar seguir.
Alguien me sugirió alguna vez que en vez de gastar mi tiempo, dinero y amor en animales debería pensar en los niños que mueren en África, y me pareció obseno que me lo dijera. Siempre he constatado que quien no ama a los animales pasa también de los niños del África y de todos los problemas de nuestro planeta. Y viceversa.
Creo que el amor a los animales y plantas, nos pone en simetría con la naturaleza. Nunca arriba. Ni abajo. Somos ellos y ellos nosotros. Y el respeto nos permite ser parte de ella y contribuir a su perfección. Pequeño aporte. Saludable.
Cuando miro a mis seis gatos y a mis tortugas me pregunto si yo les doy alguna vez lo correspondiente a lo que ellos me dan. Creo que nunca lo consigo, ni lo conseguiré. Su presencia constante, su amor incondicional, la paz que me regalan y el afecto demostrado en todo momento, no tienen parangón. Ni precio (para todo lo demás, y en plan barato, mastercard).
Mi sobrino nos pidió ser discretos el día de hoy en el que cumple un año más de vida. Yo que nunca he sido discreta, le escribo estas líneas, para desearle que pase un día como los otros, como ayer, como cuando murió Drago. Porque no hay nada más bonito que tener a quién llorar cuando se ausenta. Eso te da la certeza de que amaste y fuiste amado...
(Él no sabe que cuando supe de la muerte de Drago, también le lloré, porque con él lloraba a todos esos enanos que tanto quise)
Los que hemos enterrado gatos, perros, conejos, pájaros amados, sabemos lo que significa ese instante en el que ese pequeño ser decide abandonarte dejándote en una soledad irremediable. La muerte allí, descarnada, abierta, colorida. Dejándote en pedazos, con un puzzle al que le faltan las piezas más importantes.
Los animales, como seres queridos, se instalan en tu vida y pueblan tus días de detalles, de modo que cuando se marchan te dejan huecos que ningún albañil puede cubrir. Perforaciones como las de la luna, con las cuales debes intentar seguir.
Alguien me sugirió alguna vez que en vez de gastar mi tiempo, dinero y amor en animales debería pensar en los niños que mueren en África, y me pareció obseno que me lo dijera. Siempre he constatado que quien no ama a los animales pasa también de los niños del África y de todos los problemas de nuestro planeta. Y viceversa.
Creo que el amor a los animales y plantas, nos pone en simetría con la naturaleza. Nunca arriba. Ni abajo. Somos ellos y ellos nosotros. Y el respeto nos permite ser parte de ella y contribuir a su perfección. Pequeño aporte. Saludable.
Cuando miro a mis seis gatos y a mis tortugas me pregunto si yo les doy alguna vez lo correspondiente a lo que ellos me dan. Creo que nunca lo consigo, ni lo conseguiré. Su presencia constante, su amor incondicional, la paz que me regalan y el afecto demostrado en todo momento, no tienen parangón. Ni precio (para todo lo demás, y en plan barato, mastercard).
Mi sobrino nos pidió ser discretos el día de hoy en el que cumple un año más de vida. Yo que nunca he sido discreta, le escribo estas líneas, para desearle que pase un día como los otros, como ayer, como cuando murió Drago. Porque no hay nada más bonito que tener a quién llorar cuando se ausenta. Eso te da la certeza de que amaste y fuiste amado...
(Él no sabe que cuando supe de la muerte de Drago, también le lloré, porque con él lloraba a todos esos enanos que tanto quise)
Comentarios
Va a ser un gusto el frecuentar esta pluma vietnamita...
P.D. Has logrado que replantee mi relación con la fauna y la flora. Gracias.