En realidad, no habían sido 30 los muertos en Pando. Habían sido sólo 15 (sic). ¡Piuf! Qué alivio, ¿no? Así pensarán muchos y cuando yo trato de imaginar el rostro de cada uno, recuerdo aquel artículo de Juan José Millás, sobre los misiles. Él comentaba sobre una de tanta reuniones en la que se había decidido bajar el número de misiles que tenía cada país. Como si sirviera para algo. Y hacía la comparación con el pelo en la sopa. Él planteaba lo siguiente, es como si viniera el camarero y te dijera: mire señor, desde hoy, no habrá 10 pelos en la sopa, sólo 3. Como si la cantidad cambiara el hecho de que tienes algo tan asqueroso en tu comida. Pues en el tema de los muertos es lo mismo. Qué más da 30 que 15. NO QUEREMOS NI UN MUERTO MÁS. Cero es la cantidad que debemos exigir. Para ambos bandos. Pensemos sólo en el descalabro que causa la ausencia de una sola persona: padre, madre, hij@, abuelos..., no en la utilidad que haremos de este hecho tan lamentable.
Y sobre todo, deberíamos exigir que no se utilice políticamente a los muertos. Respetémoslos, por favor. No nos aprovechemos de esta desgracia para conseguir los objetivos políticos. Creo que no hay nada más aberrante...
Y sobre todo, deberíamos exigir que no se utilice políticamente a los muertos. Respetémoslos, por favor. No nos aprovechemos de esta desgracia para conseguir los objetivos políticos. Creo que no hay nada más aberrante...
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