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Miguel Docampo


No es difìcil delimitar cuándo conocí a Miguel, Facebook ya se encarga de recordármelo, febrero de 2012. No recuerdo precisamente cómo entró en mi mundo pero no es difícil adivinarlo, lo he debido cosechar en algún debate de algún medio escrito o en algún foro de algún otro contacto. Sí tengo la certeza de que fui yo la que le pedí el contacto y él me aceptó en un voto de confianza, dando comienzo a una fructífera amistad desde entonces.

Es un asunto complejo este de la amistad y lo revela el muro de cada uno en la famosa red social. Allí se atiborran, como un palimpsesto, mis amigos de la escuela primaria (apenas tengo una), los del bachillerato, los de las universidades, los de los diferentes trabajos, partidos políticos y actividades en los que me he encontrado a lo largo de mi vida, incluso hay algunos de los eventos a los que asistí, aunque hubieran durado tres días, la relación se mantiene. Es como si hubiera vivido en diferentes universos y ahora el Facebook se encarga de mantenerlos paralelos, vivos, perennes... Y ahora se suman los que se denominan "contactos" y que algunos se convierten en tu día a día, en amigos con los cuales conversas y ríes y hasta te dan qué pensar. Se encuentran en todos los continentes, en diferentes usos horarios y hablan diversos idiomas. Algunos son como carboneros que alimentan la máquina a vapor de las ideas. Y se agradece.

Miguel estaba en varios niveles. Nunca nos habíamos visto pero no nos hacía falta. Seguíamos nuestras vidas a diario, leyendo nuestras entradas y comentando. Y sí, así se enteraba él de lo que pensaba y le daba siempre un Me Gusta, señal de que había leído mi post. Como es obvio, no siempre estábamos de acuerdo. Teníamos nuestras discrepancias y así lo evidenciábamos. Incluso alguna vez, tuvimos un intercambio un poco enfadoso, pero todo volvió a su cauce: era más lo que nos unía que lo que nos separaba.

Yo soy reacia a publicar asuntos de mi vida privada por lo que es casi difícil que la gente sepa de ella. No uso ni mi foto, ni mi nombre. Pero Miguel era como un libro abierto, no tenía nada que esconder. Así me enteré de que había vuelto a amar y seguí toda su peripecia amatoria y me alegré cuando Cris entró como tromba en su vida, dándole un renovado sentido a sus días. Todos sus amigos estuvimos pendientes de su llegada a la Estrada y nos emocionamos con los sucesos. 

Cuando estaba en Bolivia, me enteré de que lo operaban y enseguida me puse en contacto con él. Iba a ser una operación delicadísima, con un gran riesgo para su vida. Justo coincidió con mi entrada a la selva. A los diez mil kilómetros que nos separaban, ahora se sumaban tres horas en río y cuatro kilómetros a pie para llegar a una reserva sin luz eléctrica. Como la tecnología puede más que cualquier limitación, en un punto concreto cerca del lago, con dos monos colgando, miles de mosquitos devorándome y un caimán saliendo a tomar el sol, solía buscar señal para enterarme cómo estaba. Cuando volví al pueblo, sabiendo que ya estaba fuera de peligro, le llamé a través de Facebook y pudimos hablar. Sería la primera y última vez. Nunca más lo hicimos porque creíamos que la luna, que bien relata Bowles en El cielo protector, siempre saldría para nosotros. 

Revisando mi chat con él entonces, le comentaba que si se hubiera muerto, lo habría extrañado muchísimo y él, con esa serenidad que le caracterizaba, me dijo, pues yo no.

El 25 de marzo, puse una entradilla de esas que a veces tienen más hueso que carne y mientras yo no estaba conectada se generó un breve intercambio con otra persona a la que también aprecio. Intenté mediar porque me parecía que ambos eran demasiado buena gente como para que no se entendieran y por suerte, todo se recondujo. Entonces, Miguel me regaló lo que considero su pequeño testamento...

 ...Hay motivos de sobra como para que nos hierva la sangre. Mi desafío personal pasa por tratar de evitar esto y que los venenos no amarguen mi efímera existencia ( no creo ni en la vida del más allá ni en las reencarnaciones) no quiero perder esta oportunidad de construir y fructificar. Me resultó muy inspiradora la película "La sal de la Tierra" de Sebastian Salgao.
En estos momentos estoy en contacto con mi Ayuntamiento y la oposición tratando de llevar acabo un importante proyecto de carácter medioambiental. Una iniciativa nueva e inédita, que espero ayude a cambiar a todo un pueblo despertando su conciencia y el respeto a la Naturaleza. Es un intento, hay que construir. Con respecto al odio, yo no odio a nadie, es enfermizo. Pero les deseo a muchos de esos que van de creyentes (de diferentes religiones) que les vaya bien y que tengan la fortuna de ir a reunirse con sus respectivos dioses cuanto antes. Con todo mi a amor... ¡pero ya!


Se fue un hombre sabio y ahora nos toca lidiar con su recuerdo...

Pero me pesa cada día su ausencia. 




Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Me reivindico
místico
insecto
Trasporto
hasta ti
un polen
que no me pertenece
He libado
tanto en Lotos
como en laboratorios
de hospitales
también
en las fuentes originales
sin intermediarios
Traigo para ti
las manos llenas
Si tu corazón
te apena
dámelo a mi
tengo los remedios
de estambres
de amapola
Si estás triste
desplegaré
mis pequeños élitros
alitas de colores
de saltamontes
llevo escondidas
para tus pupilas
dame tu alma
la llevaré conmigo
sanador
tímido
vuelo irregular
entre las hierbas
No cuentes por ahí
mi secreto
me he vuelto muy pequeño
después de tocar el cielo
he vuelto a ser niño
juego a que juego
Me reivindico
místico
insecto
Trasporto
para ti
un polen
medicina
una mano tendida

de Miguel Ángel Docampo

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