Cuando al consejero de sanidad, Lamela, le entró el pronto y suspendió al responsable de urgencias del hospital de Leganés, acusándolo de practicar la eutanasia al haber mandado a mejor vida a un par de centenares de personas (cifra que fue reduciéndose hasta la nada), pensé seriamente que sería un revulsivo en Madrid, algo así como el despertar del cosmopolitismo de una capital tan importante en Europa. Pero no, me equivoqué. Una vez más los madrileños/as han caído bajo el influjo del cemento y han quedado encandilados por la M-30 y por las múltiples paradas de metro inauguradas en plan desespero por la parejita peor avenida de la historia, Gallardón-Aguirre; aunque los túneles se inunden y las paradas no funcionen.
O tal vez me equivoco y la cosa va más allá. Como Madrid es de todos menos de los madrileños/as de pura cepa, hecho a base de migraciones de acullí, acullá; tal vez se ha convertido en el refugio de los españolitos temerosos del fin de la bandera y la península; de los que se dejaron llevar por el discurso catastrofista de un revenido Aznar que ladraba que España está en los albores de una nueva guerra civil. Como si ellos no hubieran sido los directos beneficiarios de ese su demonio.
Y ganaron como en la guerra. Se llevan el premio mayor y los respetuosos de la democracia -entre los que me encuentro- nos comeremos sus acciones con patatas. Esas que no ven sus votantes: ¿que un campo de golf en pleno centro? Va de entrante. ¿Que más derroche de cemento de manos de Florentino, el dueño de todo? Va de primer plato. Opcional, pero no menos importante, las privatizaciones de todo lo que resta con la consiguiente subida de los servicios. Tiemble la sanidad y la educación públicas. Todo se irá al carajo con el sonido de fondo de los aplausos de su mayoría absoluta.
La izquierda paga su ineficacia. Su falta de una oposición notable. Que no basta hacer campaña el mes previo a las elecciones, que la campaña comienza al día siguiente de perder. El PSOE tendrá que lidiar con la oposición interna: el periódico El País le ha dado más caña a Sebastián que el resto. No sé si porque quieren mostrarse imparciales o porque Zapatero duerme con el enemigo. No sé cómo serán los intríngulis internos pero no es difícil imaginar las zancadillas que hay adentro. Muchas cosas que resolver. Lo mismo para IU.
En medio de todo hay que reconocer que el discurso victimista de Rajoy respecto a ETA ha calado. La manifestación en contra de la liberación de Juana de Chaos todavía resuena en las calles y avenidas de la capital porque han sabido darle eco. Nadie se ha enterado de que el PP había liberado más presos de ETA sin necesidad de huelga de hambre. Pero es que han sabido manejar bien los hilos de la comunicación y porque se han comportado como los gamonales de siempre ante el atrevimiento de uno de sus empleados: con la soberbia del dueño de tierras y hombres.
El resto, la minoría que ahora se muerde la derrota, nos preparamos para morir leyendo la biblia (que es el sueño de Lamela), esperando un despertar de Madrid que tal vez, sin educación pública, se convierta en una quimera.
Claro que moriremos leyendo el Ezequiel que es lo más revelador de la biblia...
O tal vez me equivoco y la cosa va más allá. Como Madrid es de todos menos de los madrileños/as de pura cepa, hecho a base de migraciones de acullí, acullá; tal vez se ha convertido en el refugio de los españolitos temerosos del fin de la bandera y la península; de los que se dejaron llevar por el discurso catastrofista de un revenido Aznar que ladraba que España está en los albores de una nueva guerra civil. Como si ellos no hubieran sido los directos beneficiarios de ese su demonio.
Y ganaron como en la guerra. Se llevan el premio mayor y los respetuosos de la democracia -entre los que me encuentro- nos comeremos sus acciones con patatas. Esas que no ven sus votantes: ¿que un campo de golf en pleno centro? Va de entrante. ¿Que más derroche de cemento de manos de Florentino, el dueño de todo? Va de primer plato. Opcional, pero no menos importante, las privatizaciones de todo lo que resta con la consiguiente subida de los servicios. Tiemble la sanidad y la educación públicas. Todo se irá al carajo con el sonido de fondo de los aplausos de su mayoría absoluta.
La izquierda paga su ineficacia. Su falta de una oposición notable. Que no basta hacer campaña el mes previo a las elecciones, que la campaña comienza al día siguiente de perder. El PSOE tendrá que lidiar con la oposición interna: el periódico El País le ha dado más caña a Sebastián que el resto. No sé si porque quieren mostrarse imparciales o porque Zapatero duerme con el enemigo. No sé cómo serán los intríngulis internos pero no es difícil imaginar las zancadillas que hay adentro. Muchas cosas que resolver. Lo mismo para IU.
En medio de todo hay que reconocer que el discurso victimista de Rajoy respecto a ETA ha calado. La manifestación en contra de la liberación de Juana de Chaos todavía resuena en las calles y avenidas de la capital porque han sabido darle eco. Nadie se ha enterado de que el PP había liberado más presos de ETA sin necesidad de huelga de hambre. Pero es que han sabido manejar bien los hilos de la comunicación y porque se han comportado como los gamonales de siempre ante el atrevimiento de uno de sus empleados: con la soberbia del dueño de tierras y hombres.
El resto, la minoría que ahora se muerde la derrota, nos preparamos para morir leyendo la biblia (que es el sueño de Lamela), esperando un despertar de Madrid que tal vez, sin educación pública, se convierta en una quimera.
Claro que moriremos leyendo el Ezequiel que es lo más revelador de la biblia...
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