Ir al contenido principal

2036

Yo que pensé que lo peor que nos podía pasar era la destrucción del Amazonas. Como soy doñaamargadilla y voy buscando razones para ir llorando por las esquinas, sentía mucha lástima por las especies que van muriendo cada día y por el calentamiento global. Hasta me he visto "An Inconvenient Truth" cinco veces, cuatro de ellas en su idioma original. Es que hay que ver al Al Gore hablando, tiene hasta un puntito sexy. Vaya presidente que nos hemos perdido en el planeta tierra. Sólo de imaginar que este señor hubiera gobernado haciendo caso a los científicos y no el burro de Bush ya me parece una quimera. Ocho años perdidos en la nada. El planeta camina hacia la deriva y Al Qaeda campea por sus anchas.
Pero cuando descubrí que esto no era lo peor, me sentí como el día del golpe de Estado de ese otro burro de García Meza en Bolivia. Me dirán que tiene que ver eso. Pues ese mismo día, nos pusieron en la tele, en el único canal que había entonces, el estatal, una película con las profesías de Nostradamus. La única conclusión posible era pensar: para qué carajos me voy a preocupar con un golpecito de estado si el mundo se va a acabar. ¿Le habéis pillado el puntito? Eso es lo que llamo un uso maléfico de los medios de (des)información.
A lo que voy, desde hace unos meses (ya he perdido la cuenta), se habla de lo que ocurrirá en 2036: un meteorito se estrellará contra la tierra y las consecuencias son impredecibles. Los de la NASA se devanan los sesos pensando en cómo evitar una catástrofe que es como la novela de letras grandes de García Marquez, una crónica anunciada de antemano. Alors, si el mundo se va a acabar dentro de 29 años, para qué nos vamos a amargar con el deshielo de los polos, la probable vuelta a las heladas en Europa, la desaparición de gran parte de la vida en el planeta en los futuros 50 años, en la guerra santa islamista, en la burbuja inmobiliaria, en que cierren la piscina de Vallehermoso, en que mi gato se enferme, en que me salgan 10 canas más...
A diferencia de los golpeestadistas del 80, estas noticias aparecen escaqueadas en los periódicos, casi nadie se entera, como si no quisiéramos alterar para nada el estado de las cosas. Claro, con ese notición nadie va a querer endeudarse los próximos 25 años para comprarse una casa que se va a caer a pedazos poco después de pagar la última letra. Mejor dejar las cosas así...
Que lo más importante hoy es contarles que no vinieron los jeeps a esperarme*: Ganó el Madrid y era lo único que me faltaba!!!

*(Es relativo al chiste del paracaidista aquél al que no le funcionaba el paracaídas principal, ni el de urgencias, entonces dice: "Lo único que me falta es que estén los jeeps esperando")

Comentarios

Entradas populares de este blog

La vida secreta del inspector de aves de corral

Recuerdo con precisión la mágica noche en la que me entregaron las Obras Completas de Borges. Un libro con hojas sueltas, de bordes harapientos, la tapa sucia y una esquina mellada. Vista la superficie, era razonable pensar que el interior estaría plagado de tachaduras, subrayados o notas al borde. Pero no, estaba limpio. Era como si hubiera sido objeto de respeto y adoración. Tal vez, por ello mismo, con signos inevitables de las numerosas manos por las que había pasado hasta llegar a las mías. El grupo del cual formaba parte, integrado por jóvenes voluntariamente ajenos al streaming comunista, se reunía en una casa ubicada detrás del Palacio de la Revolución para escuchar el recién adquirido Carmina Burana. La anfitriona, que oficiaba de coordinadora natural, era hija de dos altos cargos de la nomenklatura cubana. De una belleza extraordinaria y nominada con el aséptico María, se había cortado el pelo al ras para dejar al aire y sin estorbos la armonía de su rostro y la perfe

Manchitas, mi constante

  Te escribo esto, mi chiquita, cuando todavía se siente tu presencia. Esos primeros días en los que piensas, pensar que hace unas horas, que ayer, que el lunes pasado... El lunes pasado, como todos los días, me levanté a las seis menos cuarto, me duché, me preparé el desayuno y me fui a desayunar contigo en el sofá. En la bandeja llevaba tres platitos, uno para ti para que desayunaras tranquila y los otros para los moscones, para que los otros chicos no te molestaran. Esta mañana, fue otra de las cosas que ya no hice, porque volví a tomar el café en la mesa, después de mucho tiempo. Y es que la esquina del sofá está sola, hay un vacío inconmensurable sin ti. Fue el sitio que elegiste para vivir tus últimos días, yo que pensé, deseé que fueras eterna pero, mortal al fin, decidiste marcharte, no sin dejarme un hueco enorme. Todos me dicen que estuviste mucho tiempo conmigo, 21 largos años. Y es verdad, has sido la gata más longeva que ha conocido nuestro veterinario. Por eso mismo, estu

Entre tú y el Ché - seis grados de separación

  Como desde hace unos 5 viajes, solemos reunirnos los tres en una distendida cena en algún restaurante de nuestra ciudad, Santa Cruz. Amigos desde los 13 años pero con un largo paréntesis de esos que se inauguran cuando te casas, tienes hijos y formas una familia, para luego retomar las viejas y esenciales amistades, resultado del perdón de la parca, que nos permite aún gozarlas; recuperamos la relación con fuerza y voluntad de mantenerla todo lo que dé el cuerpo. En esta cena, que se va alejando ya de la memoria, pisoteada por la cotidianeidad española, ambos me contaron su relación con el Ché. Ahora que se ha convertido en un trago, merced de aquel político diletante que ahora se dedica a la restauración después de haber fracasado en sus intentos de alcanzar los cielos desde Madrid, el Ché siempre ha acompañado a los bolivianos de mi generación porque fue parte de nuestra cultura, tanto como la es de los cubanos y menos de los argentinos. Cada uno de nosotros tiene una historia que