El aeropuerto de Sucre se ha hecho para espíritus templados. En cuanto el avión toma tierra, debe ser frenado porque la pista se acaba muy pronto y empieza el precipicio. Lo mismo en el despegue, pero al revés. Por lo que no es acosejable que naves muy grandes aterricen en este aeropuerto y en el 99% de los aeropuertos del país. Salvo el de La Paz, construído en una altiplanicie a 4000 m.s.n.m., que tampoco está para tirar cohetes.
A lo que voy. Sucre es una bucólica y preciosa ciudad, capital histórica de un invisible país llamado Bolivia. Un país que necesita múltiples ajustes para funcionar como es debido. Alguien bien pensado creyó que lo que nos faltaba era una Carta Magna que nos sirviera de marco para relanzar el nuevo concepto Bolivia y se puso manos a la masa. El tema es que se eligieron unos señores y señoras llamados constituyentes para discutir estos magnos temas, pero se pasaron medio año deliberando sobre el método y luego alguien metió más ruido y pensó que si refundamos una nación lo hagamos desde la capitalidad, borrando de un plumazo un siglo de cruenta historia. Porque una capital se puede hacer desde un despacho (pienso en Brasilia) pero me imagino que en un país donde la gente no entra a tortas por cualquier motivo. Cuando veo las discusiones sobre el tema (ahora convertidas en huelga de hambre) recuerdo inevitablemente el problema Israel, demasiado gordo para resumirlo, pero ilustrativo de cuando se quiere volver al pasado saltándose los últimos sucesos. Si siguiéramos esa tónica, que más de un despistado quiere seguirla, Al Ándalus volvería a manos de los moros, los serbios no se moverían de Kosovo y tendríamos servidos unos 1500 conflictos en el planeta tierra.
Los que somos padres/madres sabemos que a veces caemos en la tentación de discutir con un niñ@ de 7 años sobre la bobería más grande que para él/ella es un mundo, pero tratamos de ser maduros y no entrar en su ring, porque es desgastante y siempre acaba con un sopapo del adult@ revenido en histérico al caprichoso niñ@ revenido en víctima. Por eso es que muchas veces contamos hasta 10 para no caer en sus redes. Para entrar en la discusión de la capitalidad de Sucre frente a La Paz, la primera pregunta que se me ocurre es ¿por qué?, ¿sólo porque Sucre, el libertador, la fundó allí? O ¿porque ha tomado tanta importancia económica y política que es más práctico y económico trasladarla allí? ¿Y qué pasa con Santa Cruz, que en las últimas décadas es el departamento más pujante? ¿No será meternos en camisa de once varas? ¿Vale la pena caer en esta discusión cuando hay cosas más importantes como país?
El bosque. Hay que mirar el bosque y no el dedo, como hacen los idiotas. Que somos un país inviable prendido con alfileres es la primera constatación. Que somos informales, a veces un tanto flojos, y otras un tanto corruptos, es el problema a constatar. Que no tenemos identidad como nación y que tenemos baja estima, sería un gran diagnóstico. De ahí a la solución, un gran paso, pero hacia adelante. Las discusiones bizantinas las dejamos para los viernes de soltero pero no para la supuesta "refundación" de un país.
Porque Dios está en todas partes pero firma en La Paz. Habría que ver si desplaza su lugar de santas firmas, pero también habría que plantearse cuánto nos costaría el lujito ese de trasladar la capital.
Tal vez uno de los ítems más importantes a considerar sería dónde diantres construir el aeropuerto para que los que viajen a administrar el país no se mueran del susto.
A lo que voy. Sucre es una bucólica y preciosa ciudad, capital histórica de un invisible país llamado Bolivia. Un país que necesita múltiples ajustes para funcionar como es debido. Alguien bien pensado creyó que lo que nos faltaba era una Carta Magna que nos sirviera de marco para relanzar el nuevo concepto Bolivia y se puso manos a la masa. El tema es que se eligieron unos señores y señoras llamados constituyentes para discutir estos magnos temas, pero se pasaron medio año deliberando sobre el método y luego alguien metió más ruido y pensó que si refundamos una nación lo hagamos desde la capitalidad, borrando de un plumazo un siglo de cruenta historia. Porque una capital se puede hacer desde un despacho (pienso en Brasilia) pero me imagino que en un país donde la gente no entra a tortas por cualquier motivo. Cuando veo las discusiones sobre el tema (ahora convertidas en huelga de hambre) recuerdo inevitablemente el problema Israel, demasiado gordo para resumirlo, pero ilustrativo de cuando se quiere volver al pasado saltándose los últimos sucesos. Si siguiéramos esa tónica, que más de un despistado quiere seguirla, Al Ándalus volvería a manos de los moros, los serbios no se moverían de Kosovo y tendríamos servidos unos 1500 conflictos en el planeta tierra.
Los que somos padres/madres sabemos que a veces caemos en la tentación de discutir con un niñ@ de 7 años sobre la bobería más grande que para él/ella es un mundo, pero tratamos de ser maduros y no entrar en su ring, porque es desgastante y siempre acaba con un sopapo del adult@ revenido en histérico al caprichoso niñ@ revenido en víctima. Por eso es que muchas veces contamos hasta 10 para no caer en sus redes. Para entrar en la discusión de la capitalidad de Sucre frente a La Paz, la primera pregunta que se me ocurre es ¿por qué?, ¿sólo porque Sucre, el libertador, la fundó allí? O ¿porque ha tomado tanta importancia económica y política que es más práctico y económico trasladarla allí? ¿Y qué pasa con Santa Cruz, que en las últimas décadas es el departamento más pujante? ¿No será meternos en camisa de once varas? ¿Vale la pena caer en esta discusión cuando hay cosas más importantes como país?
El bosque. Hay que mirar el bosque y no el dedo, como hacen los idiotas. Que somos un país inviable prendido con alfileres es la primera constatación. Que somos informales, a veces un tanto flojos, y otras un tanto corruptos, es el problema a constatar. Que no tenemos identidad como nación y que tenemos baja estima, sería un gran diagnóstico. De ahí a la solución, un gran paso, pero hacia adelante. Las discusiones bizantinas las dejamos para los viernes de soltero pero no para la supuesta "refundación" de un país.
Porque Dios está en todas partes pero firma en La Paz. Habría que ver si desplaza su lugar de santas firmas, pero también habría que plantearse cuánto nos costaría el lujito ese de trasladar la capital.
Tal vez uno de los ítems más importantes a considerar sería dónde diantres construir el aeropuerto para que los que viajen a administrar el país no se mueran del susto.
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