Decía Jorge Luis Borges que el mejor invento de la humanidad había sido la imprenta, que todos los demás, incluída la rueda habían sido extensiones de nuestras extremidades, mientras que la imprenta era la extensión de nuestra memoria. ¿Qué hubiera dicho Borges si hubiera conocido Internet? Se hubiera maravillado de tener no sólo la información escrita, sino también la imagen.
El otro día, paseando por Youtube, paseo necesario y cotidiano con mis hijas, busqué a Silvio Rodríguez y se lo presenté a la mayor. Era un concierto de 1992 cantando Yolanda con Pablo Milanés. Le conté que fueron los iconos de nuestra juventud y de muchas sucesivas, que había cantantes que se convertían en clásicos y he aquí otros dos. Ella los vio y creo que todavía es pequeña para que le hagan tilín, porque está en la onda de las canciones en inglés, pero le gustaron. Yo cumplí con la misión de enseñárselos. Esa es la ventaja de Internet: ahora hablas, ahora muestras. Y te evitas engorros como el que padecí en 1983.
Esta es una anécdota que fascina a los amigos que la vivieron conmigo. Sé que muchos de ellos la cuentan en sus reuniones con otros amigos y se ríen a carcajadas: de mí. Veréis, cuando volvió la democracia a la eternamente sufrida Bolivia, allá por los 80, Silvio Rodríguez y Vicente Feliú accedieron a dar una serie de conciertos promocionados por las Federaciones Universitarias. Entonces, no cobraban nada y dormían en casa de "alguien" dispuesto a dar una cama (¡qué tiempos aquellos!, ¿no?). Primero llegaban a Santa Cruz directito de la isla. Fuímos los miembros de la FUL a esperarlos al aeropuerto, que en esas épocas era el Trompillo, en el centro de la ciudad. Como yo era la única chica, me pidieron que fuera a darles la bienvenida dentro del avión. Una típica manifestación del machismo que intenté aprovechar con creces aceptando encantada, pero subiendo la escalerilla pensé "¿Y qué aspecto tienen?" Nunca los había visto. Sólo la foto de Silvio Rodríguez que está en la contraportada del disco Unicornio. En ella lucía un bigotazo de manual de instrucciones del guerrillero caribeño. Establecí el método inductivo y presupuse que Vicente tendría que parecerse. Léase: guerrillero=barba y bigote. Con esos prejuicios subí al avión y encontré a un par de barbudos, bastante majetes, pero me llamó la atención que llevaban violines. Pensé que les gustaba el instrumento, músicos al fín, y haciendo un gesto de bienvenida, abrí los brazos y dije: ¡Bienvenidos a Santa Cruz! Los chicos estaban alucinados. Era obvio que no esperaban un comité de bienvenida, me abrazaron y, sin decir nada, bajaron conmigo. Cuando llegamos a la terminal, intenté presentarlos al resto del grupo, pero comenzaron las risas. Silvio y Vicente habían pasado a mi lado y ya estaban con el gran comité. Educadamente les dije a los chicos que me había equivocado de personas. Sonreí encantadoramente. Ellos respondieron: "Ché, no te preocupés..., no passsa nada" en el más puro acento argentino. Cuando me dí la vuelta vi a los dos cubanos más alejados del prototipo revolucionario: calvos y sin asomo de barba. Eran Silvio y Vicente. Allí empezábamos a conocerlos y a bajarlos de la peana. Pero esa es otra historia.
Si hubiera existido Youtube entonces seguramente no habría cometido tal error. Tampoco ellos hubieran actuado gratis, ni dormido en una cama cualquiera, ni Vicente hubiera estado hasta las tantas cantando con nosotros, mientras Silvio de acostaba de mala cara (gran tío ese Vicente). En fin, los estrellones habrían prevalecido y nada de esta historia se hubiera escrito...
*Buscando una foto de Silvio encontré una cosa curiosa -aunque no me llama la atención, porque me lo esperaba-, una sugerencia del cantante de que se establezca un vínculo permanente entre el Ministerio de Cultura y el Sistema Judicial y la Dirección Nacional de Prisiones para que los presos puedan ser visitados y disfrutar entre otras cosas de canciones y música, porque el contacto directo es el que mejor efecto produce(!?). La respuesta fue contundente, dando la idea de que hay gente más espabilada que el propio Silvio, el cual nunca criticó ni criticará la situación de los presos políticos en Cuba (hay que ser muy militante para no reconocerlo, o tener el mismo discurso que los republicanos americanos pero con otro disfraz). Martha Beatriz Roque Cabello le contesta que lo que los presos necesitan no es más cultura sino mejores condiciones de vida, que se ponga en libertad a los presos políticos y que se haga justicia.
No puedo estar más de acuerdo y lo suscribo.
Pero Silvio seguirá llenando Las Ventas...
El otro día, paseando por Youtube, paseo necesario y cotidiano con mis hijas, busqué a Silvio Rodríguez y se lo presenté a la mayor. Era un concierto de 1992 cantando Yolanda con Pablo Milanés. Le conté que fueron los iconos de nuestra juventud y de muchas sucesivas, que había cantantes que se convertían en clásicos y he aquí otros dos. Ella los vio y creo que todavía es pequeña para que le hagan tilín, porque está en la onda de las canciones en inglés, pero le gustaron. Yo cumplí con la misión de enseñárselos. Esa es la ventaja de Internet: ahora hablas, ahora muestras. Y te evitas engorros como el que padecí en 1983.
Esta es una anécdota que fascina a los amigos que la vivieron conmigo. Sé que muchos de ellos la cuentan en sus reuniones con otros amigos y se ríen a carcajadas: de mí. Veréis, cuando volvió la democracia a la eternamente sufrida Bolivia, allá por los 80, Silvio Rodríguez y Vicente Feliú accedieron a dar una serie de conciertos promocionados por las Federaciones Universitarias. Entonces, no cobraban nada y dormían en casa de "alguien" dispuesto a dar una cama (¡qué tiempos aquellos!, ¿no?). Primero llegaban a Santa Cruz directito de la isla. Fuímos los miembros de la FUL a esperarlos al aeropuerto, que en esas épocas era el Trompillo, en el centro de la ciudad. Como yo era la única chica, me pidieron que fuera a darles la bienvenida dentro del avión. Una típica manifestación del machismo que intenté aprovechar con creces aceptando encantada, pero subiendo la escalerilla pensé "¿Y qué aspecto tienen?" Nunca los había visto. Sólo la foto de Silvio Rodríguez que está en la contraportada del disco Unicornio. En ella lucía un bigotazo de manual de instrucciones del guerrillero caribeño. Establecí el método inductivo y presupuse que Vicente tendría que parecerse. Léase: guerrillero=barba y bigote. Con esos prejuicios subí al avión y encontré a un par de barbudos, bastante majetes, pero me llamó la atención que llevaban violines. Pensé que les gustaba el instrumento, músicos al fín, y haciendo un gesto de bienvenida, abrí los brazos y dije: ¡Bienvenidos a Santa Cruz! Los chicos estaban alucinados. Era obvio que no esperaban un comité de bienvenida, me abrazaron y, sin decir nada, bajaron conmigo. Cuando llegamos a la terminal, intenté presentarlos al resto del grupo, pero comenzaron las risas. Silvio y Vicente habían pasado a mi lado y ya estaban con el gran comité. Educadamente les dije a los chicos que me había equivocado de personas. Sonreí encantadoramente. Ellos respondieron: "Ché, no te preocupés..., no passsa nada" en el más puro acento argentino. Cuando me dí la vuelta vi a los dos cubanos más alejados del prototipo revolucionario: calvos y sin asomo de barba. Eran Silvio y Vicente. Allí empezábamos a conocerlos y a bajarlos de la peana. Pero esa es otra historia.
Si hubiera existido Youtube entonces seguramente no habría cometido tal error. Tampoco ellos hubieran actuado gratis, ni dormido en una cama cualquiera, ni Vicente hubiera estado hasta las tantas cantando con nosotros, mientras Silvio de acostaba de mala cara (gran tío ese Vicente). En fin, los estrellones habrían prevalecido y nada de esta historia se hubiera escrito...
*Buscando una foto de Silvio encontré una cosa curiosa -aunque no me llama la atención, porque me lo esperaba-, una sugerencia del cantante de que se establezca un vínculo permanente entre el Ministerio de Cultura y el Sistema Judicial y la Dirección Nacional de Prisiones para que los presos puedan ser visitados y disfrutar entre otras cosas de canciones y música, porque el contacto directo es el que mejor efecto produce(!?). La respuesta fue contundente, dando la idea de que hay gente más espabilada que el propio Silvio, el cual nunca criticó ni criticará la situación de los presos políticos en Cuba (hay que ser muy militante para no reconocerlo, o tener el mismo discurso que los republicanos americanos pero con otro disfraz). Martha Beatriz Roque Cabello le contesta que lo que los presos necesitan no es más cultura sino mejores condiciones de vida, que se ponga en libertad a los presos políticos y que se haga justicia.
No puedo estar más de acuerdo y lo suscribo.
Pero Silvio seguirá llenando Las Ventas...
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