Agradezco a la naturaleza el haberme concedido la suerte de tener hijas. Siempre quise niñas, porque me parecía que sería un reto más aventurado forjarlas y hacerlas mujeres y llevarlas al punto donde creo deberíamos estar todas. No es que tenga nada contra los hombres. De hecho, entre mis mejores amig@s debo reconocer que ellos ganan en cantidad aunque igualan en calidad. Tengo un entorno delicioso de amigos con los que cuento no uno, sino hasta siempre.
A lo que voy, en realidad me aterra la posibilidad de haber tenido niños por que de haberlos tenido los hubiera criado como mi amiga Liljana: pacíficos y noblotes, por ello susceptibles de ser aplastujados por los bestias de quienen no tuvieron el cuidado de educar a sus hijos en el respeto y la tolerancia.
El caso de Dani (como se llama el niño) viene de atrás. Aunque ahora están en el instituto, que cambia hasta de edificio, tiene que habérselas con un niño que viene desde la primaria. Ya entonces lo zurraba. Incluso, una vez yo hablé con el padre (me metí en el asunto porque quiero mucho a los hijos de mi amiga), un médico grandullón que tuvo el descaro de decirme que una vez le había pegado a un muchacho en el colegio y qué bien se había sentido. Imagínense, si a un niño lo educan bajo ese criterio vamos todos de culo. Y, obviamente, Dani se lleva la peor parte, porque encima el niño es algo así como un gigante, gordo y brutote.
No sé qué haría en el lugar de mi amiga. Pero como yo soy, seguramente habría levantado al Josete abusón este de las orejas hace ya muchos años y ahora estaría viviendo de las rentas. Algo que mi amiga es incapaz de hacer. Así le ha salido el niño.
Viendo esta situación me reafirmo en el asco que siento por la cultura masculina esta que tiene que resolver las cosas a la salida del colegio a puñetazos. Más tarde, lo remplazan con banderillas en el ruedo y pelotas en la cancha. Eso por decir lo menos, porque en el extremo están los animalotes que invaden un país para demostrar que son bien machos.
¿Les crecerá el pene con esto?
A lo que voy, en realidad me aterra la posibilidad de haber tenido niños por que de haberlos tenido los hubiera criado como mi amiga Liljana: pacíficos y noblotes, por ello susceptibles de ser aplastujados por los bestias de quienen no tuvieron el cuidado de educar a sus hijos en el respeto y la tolerancia.
El caso de Dani (como se llama el niño) viene de atrás. Aunque ahora están en el instituto, que cambia hasta de edificio, tiene que habérselas con un niño que viene desde la primaria. Ya entonces lo zurraba. Incluso, una vez yo hablé con el padre (me metí en el asunto porque quiero mucho a los hijos de mi amiga), un médico grandullón que tuvo el descaro de decirme que una vez le había pegado a un muchacho en el colegio y qué bien se había sentido. Imagínense, si a un niño lo educan bajo ese criterio vamos todos de culo. Y, obviamente, Dani se lleva la peor parte, porque encima el niño es algo así como un gigante, gordo y brutote.
No sé qué haría en el lugar de mi amiga. Pero como yo soy, seguramente habría levantado al Josete abusón este de las orejas hace ya muchos años y ahora estaría viviendo de las rentas. Algo que mi amiga es incapaz de hacer. Así le ha salido el niño.
Viendo esta situación me reafirmo en el asco que siento por la cultura masculina esta que tiene que resolver las cosas a la salida del colegio a puñetazos. Más tarde, lo remplazan con banderillas en el ruedo y pelotas en la cancha. Eso por decir lo menos, porque en el extremo están los animalotes que invaden un país para demostrar que son bien machos.
¿Les crecerá el pene con esto?
Comentarios
Luego encuentran que el amante de sus esposas más bien lo tienen pequeñito, y que en realidad tienen manos de pianistas capaces de tocar las melodias más sensuales hasta enloquecerlas.
En ese momento todas sus iras salen a través de un tiro que suele acabar con su subliminal mundo.