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Pedro Navajas

Cuando mi amiga me colgó el teléfono en medio de una conversación, comprendí que había temas que podían separar irremisiblemente a dos personas que se quieren. Yo sólo le había dicho que por primera vez me ponía bajo la bandera americana y apoyaba la invasión de Afganistan, que hacía mucho tiempo que esperaba que alguien lo invadiera y sacara a los talibán de allí, que si esta vez eran los gringos, pues estaba de acuerdo y que no, no iría a la manifestación de repudio. Zaz! Amistad perdida.

Tal vez uno de los grandes méritos de Evo Morales y del prefecto de Santa Cruz haya sido que los bolivian@s hemos roto relaciones laborales, de amistad y familiares, en la defensa de tal o cual ideología. Es decir, señores, ¡congratulations1, habéis mandado a la mierda a un país. Me dan igual vuestros argumentos, vuestas ideologías. Que los unos defienden a los pobres, puede ser verdad y una verdad como un templo y allí estaría para apoyarles, que los otros defienden al departamento de Santa Cruz, también puede ser. Me he sentido discriminada por ambos bandos: cuando salí de La Paz para ir a vivir a Santa Cruz, era la "collinga 'e mierda" porque hablaba como paceña; después de asimilarme a los cruceños o cambas me fuí a vivir a La Paz y me discriminaron diciéndome "camba ignorante", porque esa era la fama que cargaban las mujeres cruceñas: bonitas pero putas.

Un grupo de mis amigos no me habla porque estoy contra el referéndum (esta vez me pongo bajo esa bandera, lo cual no quiere decir que esté completamente de acuerdo con Evo Morales); otro grupo, dejó de hablarme cuando hice una mínima, pero mínima observación sobre un discurso de Evo Morales que me parecía sacado de los anales del Pol Pot. Como si por alguna razón muy escondida se hubiera convertido en intocable.

No prima la cordura en ningún grupo. Por un lado están los que tienen un criterio racial, irracional e ignorante para basar sus críticas y los otros..., ¡vaya qué coincidencia! Los demás comparsa, títeres, muñecos de plastilina. Tal vez uno de los errores más grandes de Evo Morales haya sido no haber mostrado una capacidad estratégica para haber parado esto a tiempo. Me recuerda a Milosevic, indefendible en sí mismo, que ayudó en el hundimiento de un país. Definitivamente, los pueblos que no conocen la historia están condenados a repetirla.

Qué dirán mis sobrinos el día de mañana, con un país exhausto, inexistente. Qué dirá ese mi mejor amigo, que engendró a su hija en mi cuarto de estudiante, al que acompañé en su boda y apoyé en todo, cuando se dé cuenta del desastre que ha ayudado con sus propias manos, su propia voz. ¿Qué dirán esos mis ex-amigos, con los que compartí largas veladas unidos contra las dictaduras, cantando a Silvio o Pablo y que ahora están alineados con la verde y blanca, cuando se enseñoreen de su nuevo país, de su nuevo gobierno, de su viejo gobierno, de ser gobernados por las mismas logias que siempre hicieron lo que quisieron en ese pueblo y que ahora tendrán todo el mando?

Qué gran merito, señores, el haber dividido a un país, el habernos partido de cuajo. Habéis encontrado los argumentos que yacían escondidos en cada uno de nosotros, los han sacado a la luz y ahora parecemos buitres dispuestos a comernos a nuestros propios hijos.

Como en Pedro Navajas, el único que disfrutará del desastre será el borrachito. Atrás, los cadáveres.

¡Ala! Cantemos con él: la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida

Y brindemos por lo que no fue, ni será.

Por hoy, contra el referéndum, pero mañana volveré a la línea del ecuador, es decir, en ninguno de los polos. Porque, entre otras cosas, me niego a ser comparsa, títere, muñeco de plastilina...

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