Hay momentos en la vida de un país en los que es necesario tomar distancias, aunque la tendencia generalizada sea tomar partido. Es el caso de Bolivia. Hemos llegado a un punto lamentable en el cual hay una exigencia de ambos bandos a la definición por el uno o el otro. Cualquier atisbo de duda puede servir para identificarte con el contrario. El estás conmigo o contra mí, tan demostradamente peligroso, sólo pone en evidencia la equivocada creencia de estar en la posesión de la verdad abosoluta, de que sólo hay dos colores probables, el blanco y el negro y que la infinidad de matices del gris se han perdido en la pretendida "claridad de pensamiento y obra". Todos creen tener la razón y algo de ello habrá. Y también creen que el "otro" no la tiene y algo de ello también existe.
Llegados a este punto, creo que no es necesario llegar a la altísima cifra de muertos que propone el prefecto de Tarija (habla de 100.000, ¿habrá leído libros de historia este señor?), creo que con uno sólo hubiera bastado para parar la estupidez. Siempre anclados en aquéllo de que cada muerte nos desmerece. Ambos grupos juegan a destruir al contrario llevando al máximo la confrontación, bajo la injusta teoría de que sólo la confrontación permite el avance (¿el avance a dónde? ¿a las victorias pírricas?). Claro, mientras los muertos los ponen los "otros", los del pueblo, los de abajo, no hay problema. Patria libre o morir, morir antes que esclavos vivir... No podemos estar de acuerdo.
Creo que ha llegado el momento de exigir el diálogo, de la ambigüedad necesaria, de no darle la razón a ninguno y de que todos cedan. Que el gobierno de Morales se olvide de una constitución que no tiene la legitimidad necesaria por mucho que pretenda sancionarla en referéndum (no fue lo suficientemente debatida, ni se escucharon los disensos silenciados por el consenso, como siempre) que, además, ceda poder a las regiones y, por último, que se sienta presidente de todos los bolivianos y no sólo de sus votantes. Que los autonomistas retrocedan en sus pretensiones pues la autonomía se debe discutir en detalle. Cataluña se demoró 25 años en conseguir gran parte de lo que quería, pero con una negociación larga y muy discutida. Hay muchísimas funciones que deben quedar centralizadas para el bien del país. Se deberá analizar y discutir cuáles deberán ser transferidas y cuálés no. Partiendo desde el punto de vista de que los gobiernos autónomos deben aprobarse. Por mucho que exista una clara resistencia de parte del partido gobernante, creo que hay una voluntad regional, también firmemente demostrada, que debe ser escuchada.
Apoyar la negociación sin parcializarse por ningún bando, creo que es la condición previa para evitar un conflicto que sólo va a conseguir un enquistamiento de la violencia parecido al de Colombia. Este estado de desorden sólo beneficiará a los que saquen provecho de ella. Y estoy segura, no serán los ciudadanos de a pie.
Y, ante todo, creo que estamos en el deber de exigir una comisión que investigue lo acontecido en Pando y que se juzgue a los culpables. Eso como mínimo.
Llegados a este punto, creo que no es necesario llegar a la altísima cifra de muertos que propone el prefecto de Tarija (habla de 100.000, ¿habrá leído libros de historia este señor?), creo que con uno sólo hubiera bastado para parar la estupidez. Siempre anclados en aquéllo de que cada muerte nos desmerece. Ambos grupos juegan a destruir al contrario llevando al máximo la confrontación, bajo la injusta teoría de que sólo la confrontación permite el avance (¿el avance a dónde? ¿a las victorias pírricas?). Claro, mientras los muertos los ponen los "otros", los del pueblo, los de abajo, no hay problema. Patria libre o morir, morir antes que esclavos vivir... No podemos estar de acuerdo.
Creo que ha llegado el momento de exigir el diálogo, de la ambigüedad necesaria, de no darle la razón a ninguno y de que todos cedan. Que el gobierno de Morales se olvide de una constitución que no tiene la legitimidad necesaria por mucho que pretenda sancionarla en referéndum (no fue lo suficientemente debatida, ni se escucharon los disensos silenciados por el consenso, como siempre) que, además, ceda poder a las regiones y, por último, que se sienta presidente de todos los bolivianos y no sólo de sus votantes. Que los autonomistas retrocedan en sus pretensiones pues la autonomía se debe discutir en detalle. Cataluña se demoró 25 años en conseguir gran parte de lo que quería, pero con una negociación larga y muy discutida. Hay muchísimas funciones que deben quedar centralizadas para el bien del país. Se deberá analizar y discutir cuáles deberán ser transferidas y cuálés no. Partiendo desde el punto de vista de que los gobiernos autónomos deben aprobarse. Por mucho que exista una clara resistencia de parte del partido gobernante, creo que hay una voluntad regional, también firmemente demostrada, que debe ser escuchada.
Apoyar la negociación sin parcializarse por ningún bando, creo que es la condición previa para evitar un conflicto que sólo va a conseguir un enquistamiento de la violencia parecido al de Colombia. Este estado de desorden sólo beneficiará a los que saquen provecho de ella. Y estoy segura, no serán los ciudadanos de a pie.
Y, ante todo, creo que estamos en el deber de exigir una comisión que investigue lo acontecido en Pando y que se juzgue a los culpables. Eso como mínimo.
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