Dentro de tres meses se elegirá el nuevo destino de las olimpíadas de 2016. Para ello, Gallardón y sus amigos, han elegido la consigna "Tengo una corazonada". Más que corazonada creo que es el deseo de ver elegida Madrid como ciudad olímpica pues así entre obra y obra, ya tenemos abultados ingresos para el alcalde y sus amigos, entre los cuales están los de siempre: Florentino Pérez y Cia., que siempre quieren un "poquito más", como Rockefeller.
A los ciudadanos nos toca el "agua y ajo" de siempre, esto es: a joderse y a aguantarse. No sé cómo pretenden erigirse en una ciudad deportiva si esta es una ciudad en la cual lo que menos puede hacerse es practicar deporte. Hay pocos lugares donde hacerlo y los pocos que hay son cada vez más caros y elitistas. Y esto va de la mano de Gallardón y Aguirre que por muy peleados que estén, comparten las mismas aficiones, una de ellas la privatización de los servicios públicos y la repartija cual botín de estos mismos servicios entre sus amigotes o parientes lejanos.
Pongamos por ejemplo lo que sucede con las piscinas de la comunidad de Madrid. El verano ha entrado con todo su fulgor y como éstas están en vías de privatización, los administradores no han hecho nada mejor que subirles el precio escandalosamente. Hoy estuve en el Canal y lancé una queja velada frente a los empleados. Contrariamente a lo que sucedía hace unos años en los cuales un comentario parecido me hubiera valido la invitación a marcharme a mi país, esta vez los empleados sólo añadieron más leña al fuego. Es que también las privatizaciones les afectan a ellos donde más les duele: el trabajo.
Se preguntarán dónde están los partidos de la oposición, PSOE e IU. Yo también me lo pregunto. Cuando yo era militante de un partido -allá por la prehistoria de mi vida- me ganaba los votos a pie de calle, hablando con la gente sobre sus propios problemas, no esperaba que los votos me llegaran solitos, subidos al tren del temor a que gane la derecha.
Bien harían estos partidos en dejar sus oficinas y tocar a los ciudadanos donde más les duele: los servicios sociales, pero para defenderlos. A la larga, será lo único que importe.
Cuando llegué a este país hace 12 años, tenía tantas cosas públicas que parecía un sueño hecho realidad. Ya se están encargando el PP y PSOE en lo que le toca, de convertir la vida de los ciudadanos en una pesadilla. No sólo nos hinchan a impuestos (las rentas de trabajo mantienen a este país), sino que justamente los que menos tributan (las rentas de capital sólo lo hacen al 18%), son los que se aprovechan en este frenesí privatizador en el cual estamos envueltos.
Me sumo a los que se oponen al Madrid olímpico. Yo tampoco tengo una corazonada, sólo el deseo de que se desvíe, por ejemplo, a Chicago. Un homenaje a Obama no le haría mal a la ciudad, ¿no?
A los ciudadanos nos toca el "agua y ajo" de siempre, esto es: a joderse y a aguantarse. No sé cómo pretenden erigirse en una ciudad deportiva si esta es una ciudad en la cual lo que menos puede hacerse es practicar deporte. Hay pocos lugares donde hacerlo y los pocos que hay son cada vez más caros y elitistas. Y esto va de la mano de Gallardón y Aguirre que por muy peleados que estén, comparten las mismas aficiones, una de ellas la privatización de los servicios públicos y la repartija cual botín de estos mismos servicios entre sus amigotes o parientes lejanos.
Pongamos por ejemplo lo que sucede con las piscinas de la comunidad de Madrid. El verano ha entrado con todo su fulgor y como éstas están en vías de privatización, los administradores no han hecho nada mejor que subirles el precio escandalosamente. Hoy estuve en el Canal y lancé una queja velada frente a los empleados. Contrariamente a lo que sucedía hace unos años en los cuales un comentario parecido me hubiera valido la invitación a marcharme a mi país, esta vez los empleados sólo añadieron más leña al fuego. Es que también las privatizaciones les afectan a ellos donde más les duele: el trabajo.
Se preguntarán dónde están los partidos de la oposición, PSOE e IU. Yo también me lo pregunto. Cuando yo era militante de un partido -allá por la prehistoria de mi vida- me ganaba los votos a pie de calle, hablando con la gente sobre sus propios problemas, no esperaba que los votos me llegaran solitos, subidos al tren del temor a que gane la derecha.
Bien harían estos partidos en dejar sus oficinas y tocar a los ciudadanos donde más les duele: los servicios sociales, pero para defenderlos. A la larga, será lo único que importe.
Cuando llegué a este país hace 12 años, tenía tantas cosas públicas que parecía un sueño hecho realidad. Ya se están encargando el PP y PSOE en lo que le toca, de convertir la vida de los ciudadanos en una pesadilla. No sólo nos hinchan a impuestos (las rentas de trabajo mantienen a este país), sino que justamente los que menos tributan (las rentas de capital sólo lo hacen al 18%), son los que se aprovechan en este frenesí privatizador en el cual estamos envueltos.
Me sumo a los que se oponen al Madrid olímpico. Yo tampoco tengo una corazonada, sólo el deseo de que se desvíe, por ejemplo, a Chicago. Un homenaje a Obama no le haría mal a la ciudad, ¿no?
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