Se puede apoyar la invasión de Afganistan, inspirados en esa otra que liberó a los camboyanos del terrible Pol Pot y a la vez haber salido a la calle a protestar por la de Irak, amparados en la idea de que aunque no te gusten los dictadores, no concibes la idea de que caigan bombas sobre la casa de los que le padecieron... Claro que se puede.
Se puede tomar partido por la revolución verde de Irán porque no te gustan los islamistas radicales y porque quieres libertad para ese pueblo y, por ello mismo, criticar las acciones de Israel en Palestina porque sólo dan el combustible necesario para profundizar y ensanchar el poder de estos mismos... Claro que se puede.
Se puede amar la cultura China y Rusa, estudiarlas, pasarla bien con ellas, pero seguir pensando que son dos países que todo lo logran aplastando, acallando, torturando, encerrando, desapareciendo las voces disconformes... Claro que se puede.
Se puede estar de acuerdo con el control del estado de las empresas estratégicas como lo hace Noruega, Alemania y Bolivia, pero también se puede estar del lado del libre mercado en las empresas pequeñas y medianas que son las que hacen la vida diaria de los ciudadanos... Claro que se puede.
(Lo que no se puede, es estar de acuerdo que la crisis actual la paguen los que no la generaron y lo que sí lo hicieron se vayan de rositas y sigan jorobando en la bolsa)
Puedes defender al médico cubano aquél que se opone al aborto en Cuba y tú por tu parte, también oponerte a que por ello esté en la cárcel, aunque estés de acuerdo con el aborto, no porque el aborto sea divertido (para nadie lo es) sino porque no se puede criminalizar a las mujeres y a los médicos. Claro que se puede...
Puedes ser ateísima, fiel admiradora de los avances de la ciencia y escuchar atentamente las versiones bíblicas de un joven testigodejehová que quiere atraerte a sus filas; saber que lo respetas aunque te das cuenta que él te está mirando con pena, considerándote una pobre descarriada; y que no se te mueva un pelo. Claro que se puede...
Y también puedes estar entre los pocos que consideran a los Beatles un fraude, aunque te guste "Michele" (¿no te gusta Nino Bravo y José Luis Peral?) y pensar que el rap tiene también sus cosas buenas, aunque en realidad quien te hace vibrar es Uriah Heep, Queen y Mozart. Claro que se puede.
Claro que se puede. Pero cuando no tienes un seguimiento militante de una sola línea, te llamarán ácrata, anarquista, iconoclasta, en el mejor de los casos; pero también radical, revisionista, demócrata (sic), gusana perdida, recalcitrante, derechista, izquierdista, comunista y hasta fascista. Y eso es lo que nos pasa a los que militamos en el más común de los sentidos, el sentido común, porque lo que importa es el contexto, no el pretexto; porque importa la empatía con los más débiles, no la simpatía con partidos, grupos étnicos, religiones, culturas de museo; y perderás muchos amigos de todos los bandos (los que, seguramente, no leerán lo que escribo, por "higiene mental"), allá ellos si son incapaces de salir del ruedo que ellos mismos se han marcado.
Pero, saben qué les digo: administro mi piedad como me da la gana y en las dosis recomendadas por mi propia conciencia.
Lo demás, puro cuento. (y mientras escribo ésto, Queen canta Somebody to Love)
Se puede tomar partido por la revolución verde de Irán porque no te gustan los islamistas radicales y porque quieres libertad para ese pueblo y, por ello mismo, criticar las acciones de Israel en Palestina porque sólo dan el combustible necesario para profundizar y ensanchar el poder de estos mismos... Claro que se puede.
Se puede amar la cultura China y Rusa, estudiarlas, pasarla bien con ellas, pero seguir pensando que son dos países que todo lo logran aplastando, acallando, torturando, encerrando, desapareciendo las voces disconformes... Claro que se puede.
Se puede estar de acuerdo con el control del estado de las empresas estratégicas como lo hace Noruega, Alemania y Bolivia, pero también se puede estar del lado del libre mercado en las empresas pequeñas y medianas que son las que hacen la vida diaria de los ciudadanos... Claro que se puede.
(Lo que no se puede, es estar de acuerdo que la crisis actual la paguen los que no la generaron y lo que sí lo hicieron se vayan de rositas y sigan jorobando en la bolsa)
Puedes defender al médico cubano aquél que se opone al aborto en Cuba y tú por tu parte, también oponerte a que por ello esté en la cárcel, aunque estés de acuerdo con el aborto, no porque el aborto sea divertido (para nadie lo es) sino porque no se puede criminalizar a las mujeres y a los médicos. Claro que se puede...
Puedes ser ateísima, fiel admiradora de los avances de la ciencia y escuchar atentamente las versiones bíblicas de un joven testigodejehová que quiere atraerte a sus filas; saber que lo respetas aunque te das cuenta que él te está mirando con pena, considerándote una pobre descarriada; y que no se te mueva un pelo. Claro que se puede...
Y también puedes estar entre los pocos que consideran a los Beatles un fraude, aunque te guste "Michele" (¿no te gusta Nino Bravo y José Luis Peral?) y pensar que el rap tiene también sus cosas buenas, aunque en realidad quien te hace vibrar es Uriah Heep, Queen y Mozart. Claro que se puede.
Claro que se puede. Pero cuando no tienes un seguimiento militante de una sola línea, te llamarán ácrata, anarquista, iconoclasta, en el mejor de los casos; pero también radical, revisionista, demócrata (sic), gusana perdida, recalcitrante, derechista, izquierdista, comunista y hasta fascista. Y eso es lo que nos pasa a los que militamos en el más común de los sentidos, el sentido común, porque lo que importa es el contexto, no el pretexto; porque importa la empatía con los más débiles, no la simpatía con partidos, grupos étnicos, religiones, culturas de museo; y perderás muchos amigos de todos los bandos (los que, seguramente, no leerán lo que escribo, por "higiene mental"), allá ellos si son incapaces de salir del ruedo que ellos mismos se han marcado.
Pero, saben qué les digo: administro mi piedad como me da la gana y en las dosis recomendadas por mi propia conciencia.
Lo demás, puro cuento. (y mientras escribo ésto, Queen canta Somebody to Love)
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