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Aborto sí/no

Hoy, domingo saldrá la manifestación de los antiabortistas por las calles de Madrid para contrarrestar la de la semana pasada, la que defendía los ingresos de la familia al completo, para distraernos de lo que realmente nos atenaza. Resulta cuando menos curioso que se llame Provida, como si la vida se debiera defender solamente hasta los cuatro meses de gestación. Curioso porque en esta corriente humana estará aquella gente que apoyó la guerra de Irak, es decir, el asesinato a mansalva de cientos de miles de humanos, hechos y derechos. Aquella gente que apoya el que la policía pegue sin contemplaciones a niñxs (otra vez) hechos y derechos. Sí, allí estarán aquellos empresarios -que coinciden con el partido convocante- que cuando una chica va a pedir trabajo, le preguntan si tiene planes de tener hijos y que la despiden cuando se embaraza. Es decir, si defienden el que una mujer siga adelante con su embarazo, deberían apoyarla desde todos los medios a su alcance, en el trabajo, en la escuela, en la sociedad en general. Pero eso no ocurre. Cuando tienes un hijo en España, es como si tuvieras que lidiar con todo el mundo para sacar adelante la cría. Sólo puedes contar con tu familia, si tienes la suerte de tenerla a mano.

Los antiabortistas tienen bien aprendiditos sus argumentos. Para empezar, te dicen que es un ser vivo. Por esa regla de tres, deberíamos hacer una campaña de defensa del espermatozoide, pues en cada eyaculación se pierden dos millones, que es mucho decir. Es que el embrión tiene alma, dicen. ¿Y quién lo ha demostrado?  ¿En qué momento ese ser puede ser considerado un bebé? Ni siquiera los médicos le asignan ese nombre, le llaman "producto" y en el mejor de los casos "feto". Y eso hasta que nace. En las primeras semanas, podría pasar por cualquier mamífero, no tiene ni siquiera forma humana. Y en relación al alma, según los budistas ésta entra y sale todo el tiempo. Pero según los católicos... ¡Ah! Los católicos. Es que resulta gracioso que unos señores que nunca han formado una familia, que nunca han criado a un hijo, que no han pasado noches velando por su salud, enseñándoles a caminar, montar en bicicleta, el abecedario, las tablas de multiplicar, las valencias... , vengan a darnos lecciones de maternidad/paternidad. Esos mismos señores que vienen de una iglesia que bendijo los progromos, que no hizo nada cuando supo de la existencia de los campos de exterminio nazi, que protegió a los nazis en su huida de Europa, los mismos que no movieron un dedo en la masacre de los tutsis, los mismos que dan la bendición en los corredores de la muerte, los mismos que acunan en su seno la pederastia (para curarse en salud, un cura dijo que era peor el aborto que la violación, lo será para él, digo yo)  y un largo etcétera. Con la bien merecida exclusión de aquellos curas y monjas que arriesgan su vida en la defensa de los pobres, que no entran en esta lista. Pues sí, manda huevos que ellos sean los que encabecen este tipo de marchas. Por eso, no acepto que me den lecciones de moral.

Pero si de moral se trata, me quedo con la defensa de la vida de la mujer, porque es bien sabido que si no es en el marco de la sanidad pública, una mujer que ha tomado esa dificilísima opción, lo hará de cualquier manera. Y justamente, la despenalización del aborto lo único que pretende es quitar el estigma de delincuente a las mujeres, cuidar por su salud y proteger a los médicos que lo hacen. Porque, señores, las mujeres no consideramos un deporte ir a abortar. No he conocido una sola mujer que diga: chicas, este viernes voy a abortar y por la noche a festejar. No, no es así. Es ya una decisión muy dura como para que encima lo hagan en un contorno inseguro. Porque no nos equivoquemos. Antes, en España, cuando el aborto era ilegal las mujeres abortaban.  Sí.  Y es de hipócritas no reconocerlo. Las pobres, en condiciones de insalubridad y riesgo y las ricas, en Londres. Pues, no seamos hipócritas. Encima, están revisando la "píldora del día después" y la educación sexual en las escuelas. ¡Bien!! Cuando hay más crisis, obligaremos a las adolescentes a tener hijxs. ¿La iglesia los criará? ¿La misma iglesia que ha desahuciado a ocho seropositivos? ¿Esa misma?

Seamos claros... el control del cuerpo de las mujeres siempre ha estado en la agenda del patriarcado. Hasta casi ayer, las mujeres españolas no usaban anticonceptivos, ¡pero si no tenían ni siquiera cuenta en el banco!! Pasaban del control del padre al del marido, con manual incluido. Un manual que es el compendio de la vergüenza y la sinrazón. Llama la atención que en esta involución en la que estamos inmersos vamos para atrás tanto en los derechos de los trabajadores como en los derechos de las mujeres. Ambos, resultado de muchos años de lucha y que se irán por el fregadero de los decretos de este gobierno cavernícola.

Ayer, escuchaba a mi vecina que le gritaba al marido: "¡Media hora! No puedes con los niños ni media hora. ¡Y yo que estoy las 24 horas con ellos!" No me reía de ella porque no me causa gracia el comprobar que nada cambia y que ni siquiera con el siglo XXI los hombres se mojan más en el tema de la progenie. Pero, incluso con el más amoroso de los padres, aquél que se pasa noches enteras cuidando al vástago, que se encarga de todo, también de cambiar pañales, sí, aquél ser excepcional, no llegará al 10 por ciento de su género. Porque reconozcámoslo, la crianza sigue siendo un tema femenino. Pero incluso, aunque existiera ese súpermegapadre nadie me discutirá que quien se lleva el premio de los nueve meses de embarazo, el asco al ajo, el antojo de salchicas "Stege", los dolores del parto, la episiotomía, o lo dolores postcesárea, los pezones mordidos y sangrantes, las noches sin dormir dando el pecho, es exclusivamente nuestro. Hace unos años, una mujer me decía que recordaba que a su parto habían asistido varios estudiantes de la universidad y que a ella le daba vergüenza recordarlo. Yo la miré impertérrita y le dije: ¡Ay, hija! Yo estaba tan concentrada, tan pariendo a pelo (es decir, sin anestesia),controlando la respiración y esperando que todo pasara rápido, que ya podía estar el quinto de infantería, caballos y todo, que no me hubiera importado, es más, ni me hubiera enterado. Porque, señoras, caballeros, niñas y niños, cuando estás pariendo, estás solita, tú y el futuro bebé, y un médico dando instrucciones, completamente aterrorizado, porque comprende que en el parto las mujeres somos  candidatas a quedar secas en la camilla del paritorio. Somos las mujeres -y no el marido, el cura, los suegros y demás manifestantes- las que tenemos que enfrentar al jefe con cara de yonofui para contarle que estamos embarazadas, y luego para reivindicar nuestro derecho a darles la teta, a faltar cuando tienen fiebre, a las que nos bajan el salario porque baja la productividad (eso cuando no somos vicepresidentas y decidimos dejar al crío de una semana en manos de nuestros padres). Entonces, ¿qué parte de "nosotras parimos, nosotras decidimos" no han entendido?

Es decir, cada cual puede practicar la religión que le parezca conveniente: musulmana, judía, católica, protestante, budista, si quieres puedes ser laico, ateo o Testigo de Jehová, me da igual. Yo no me meto con tu práctica y tú no te metas conmigo. Creo que el asunto de la religión es tan privado como otras cosas y que debe quedarse en el templo y en la casa y nunca entrar en los parlamentos y en el palacio de gobierno, y jamás infiltrarse en los decretos y leyes. Al menos, no en este siglo.

Y no es que no me gusten los niñxs. El día en que nació cada una de mis hijas, fue el más bello de mi existencia y me he dedicado a ellas con toda la seriedad y el amor que se merecen. Pero es porque fueron esperadas, oportunas y bienamadas, que creo son los requisitos para traer hijos a este mundo. Un mundo que ya viene bestial, como para que encima, sean maltratados, regalados o abandonados.

Yo respeto tanto a la mujer que decide tener 10 hijos, como a la que decide tener sólo dos, o uno, o ninguno. Pero por favor, ¡déjenla decidir a ella!

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