Eliminaron
los adjetivos y el mundo mudó a blanco y negro, se perdió la textura, la forma
y los sabores; suprimieron los adverbios y ya no hubo el cómo, el dónde y el
cuándo, ni siquiera el por qué; fueron a más y borraron de un plumazo las
preposiciones, y dejaron mancas y cojas a las oraciones; no contentos con ello,
proscribieron los verbos, y fue cuando se paralizó la imagen y se esfumaron los
sentimientos; en ese afán exterminador, se deshicieron de los pronombres y como
los nombres se sintieron solos, sin apoyos, sin relevo, sin distancia ni
propiedad, decidieron marcharse solos… Sólo entonces la vida fundió a negro.
Cada treinta de junio, desde que partiste, es un golpe con cristales rotos, un tren parado a las tres de la madrugada en un páramo frío, una tentación de volar al vacío, un sinónimo de ausencia, soledad, nostalgia. Son nueve ya. Y en todos estos años, tu recuerdo ha sido constante e imborrable, como si el tiempo, lejos de borrarte, se empeñara en traerte cada día. Y es que cuando has amado a alguien, el amor se mantiene imperturbable, a pesar de las separaciones. Y yo te hablo y te pido favores, porque siento que estás conmigo. Tal vez sea una manera de mantenerte vivo, no lo sé, pero me ayuda a conjurar otras ausencias. Ya sabes que no creo en santos ni aparecidos, pero sin embargo, en esos momentos en que necesito un ángel que proteja a mis bienamadas, te hablo y te digo: querido Lizandro, cuídalas. Dice Jeff Dune, doctor en física nuclear, que existimos más allá de lo físico, que la noción del tiempo y el espacio son solo herramientas que nos ayudan a dar sentido a nuestras experi
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