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Eso somos...

Los bolivianxs somos informales, impuntuales, bromistas pesados e impertinentes hasta meter la pata hondo. Es decir, somos esos que te dicen "te llamo mañana" y... siéntate a esperar, que no llamaremos nunca. O que llegamos un par de horas después a la cita con sonrisa de "gané el premio" y cara de "yo no fui". O los que hacemos una broma sobre los defectos de uno de los del grupo y nos echamos a reír como burros y cuando levantamos la cabeza descubrimos que somos los únicos que se están riendo. O los que decimos "yo conozco a su mamá" y el otro responde "es mi esposa" y añadimos "pero qué simpática". Sí, somos esos distraídos que bordeamos la mala educación, esos que parece que han tomado sopa de loro y que quieren opinar de todo, los que hablamos a gritos y señalamos con el dedo cuando hablamos de alguien. Somos eso y mucho más. Claro que como todos somos casi iguales no notamos las diferencias. Éstas vienen de la mano de los extranjeros que enseguida te hacen notar todos estos pequeños detalles. Cuando te dicen, "ya sé que nunca llamarás, porque en realidad es tu forma de decir, chau, hasta la vista", o cuando te afean el que te estuvieran esperando en la puerta del cine más de media hora y te dicen "boliviana tenías que ser". Y sí, me gusta ser así de imperfecta. Y ese gusto me ha venido después de vivir en un país casi ordenado, al estilo europeo, donde la gente llega cinco minutos antes de lo acordado cuando tú todavía estás con la toalla en la cabeza y no te has dado siquiera la crema, o cuando tienes que hacer cita con meses de antelación porque no puedes "caerle" a tu mejor amiga en su casa y tocarle el timbre sencillamente porque "pasabas por allí".
Sí, somos esos informales que no usamos el banco para pagar las facturas, que tenemos un sistema único en su especie para vivir, que no es ni alquiler, ni compra y en el cual no interviene más que la buena voluntad que se llama "anticrético" y que nadie entiende en la avanzada Europa.
Sí, somos esos "ukurrunas" (de la tierra) que bailamos la música tradicional en las fiestas y nos la pasamos bomba.
Aquellos que no conocen el desempleo porque en Bolivia puedes poner un negocio sin tener que pasar por montañas de imposibles, donde los niños roban las cañas de azúcar de los camiones y las venden cortadas y en bolsita. Me dirán que aquí el trabajo infantil es prohibido pero eso ayuda a que la gente no se muera de hambre. Y ahora que se vende la ropa usada tampoco van los niños descalzos o desabrigados.
Tenemos muchísimos defectos. Obviamente. Sacar un negocio adelante en Bolivia es tarea titánica, pues tenemos la costumbre de celebrar cada viernes la soltería y el festejo se nos hace largo hasta el lunes. Y nos gusta beber, todo hay que decirlo, porque para muchos, la fiesta es el único momento de felicidad. Inobjetable.

Somos un país atrasado, claro que sí, pero tengo la  impresión de que el mundo va a empezar a valorar ese nivel lento de desarrollo porque con el otro nos vamos al precipicio y sin frenos. Mira tú por dónde, el otro día, casi me da un ataque de risa al escuchar a la gente proponer un estilo de vida como el que tenemos nosotros, usando casi nada el banco para no estar en manos de ellos, sin bolsa y sin especuladores, comiendo productos campesinos, carne de vacas que pastan a su aire, con reuniones familiares, besos y abrazos todos los días. Con los paseos en coche, con los amigos, dando vueltas sin sentido y con la música de fondo y sin hablar. Sin el stress ni la contaminación de las grandes ciudades, viviendo al natural.
Pero, lo que indudablemente caracteriza a los bolivianxs y que era motivo de chiste entre las otras nacionalidades, en una universidad en la que estudié hace años, es que nos juntamos cuatro y ya nos organizamos. Ante cualquier problema, por nimio que sea, hacemos una comisión, le ponemos un nombre, nombramos presidente, secretario, tesorero y vocal y discutimos de forma organizada los objetivos y cómo lograrlo. Así, hemos derribado unos cuantos presidentes, hemos expulsado unas cuantas transnacionales del país y hemos tirado abajo otras tantas leyes, decretos y decisiones gubernamentales. Rebeldes hasta la médula, hemos hecho retroceder las pretensiones del último presidente de hacer una carretera que atravesara un parque natural. ¿Qué es esto de meternos entre ceja y ceja modelos de desarrollo que no van con nuestro andar pausado y nuestra forma bucólica de ver el mundo??
Pues eso... Cuando ocurren estas cosas, no me arrepiento de ser como somos y qué orgullo me da ser boliviana...

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