Con el tiempo me fui dando cuenta (cosas de la madurez) que los amigos de mis amigos no son mis amigos, por lo tanto, tampoco lo son los enemigos de mis enemigos. El hecho de que sea crítica con el descalabro permanente y la mala leche mal justificada de los judíos contra los palestinos, no quiere decir que me sienta feliz por el triunfo (fraudulento, en mi opinión, sobre todo porque no se puede demostrar ninguna hipótesis) de Ahmadineyad. Es cierto que Musavi no es todo lo que nos gustaría que fuera para un país con una historia tan rica como la antigua Persia, pero es el mal menor. Por lo menos, quería mejorar la situación de las mujeres, que eso ya es un mundo. Un gran avance, considerando la penosa situación en la que se encuentran bajo cualquier religión, pero sobre todo, bajo el mandado del islamismo radical. Por otro lado, creo que es un error considerable que desde el bloque de izquierdas de América del Sur se vea a Ahmadineyad como un amigo. Una vez más caemos en el prejuicio