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Mostrando entradas de septiembre, 2009

Morir, pero con la camiseta puesta

Muy pronto aprendí que no vale la pena discutir por los tres grandes temas, la ideología, la religión o el fútbol. Incluso, no vale la pena ni siquiera defender tu trabajo a morir. Un día te dan una pata en el culo y santas pascuas, y resulta que has creado enemistades por algo que no vale una neurona. Me pasó una sola vez y espero que no se repita. Eso intentaba explicarle a la portera de mi edificio que se ennegrece el hígado defendiendo la propiedad de otros. Pobre, no sabe que los trabajadores son como el cleenex, de usar y tirar. Por eso me dio tanta pena la muerte de un trabajador de un hotel en Barcelona. Intentaba impedir la utilización del baño por un grupo de chicos que había asistido a un concierto. Imagínense, ¡la utilización de un baño! La dirección había prohibido el uso de los no clientes y este pobre hombre, firme defensor de la propiedad privada de otros, se ganó un puñetazo y con ello perdió la vida, pues para su mala suerte cayó orondo sobre uno de los lavamanos y se

La inmortalidad según Facebook

Hace tiempo que busco a una persona querida en Internet. Vaya si la busco. Sólo por ver si había caído en la tentación de haberse apuntado en Facebook, creé una cuenta bajo un nombre falso (como un Stendhal de la red), pero me traicionó mi ego y, sin darme cuenta, activé la vieja cuenta con mi propio nombre. Al comienzo me sentí un poco traicionada por mis dedos, luego me entró la curiosidad. Quise utilizar nuevamente esa bola mágica para ver qué había pasado con mis amigos y parientes. Para mi sorpresa, como si de una broma se tratara, encontré a mi amigo Alfredo. Estaba allí, con ese gesto de la boca tan característico. Con una camisera celeste, feliz, como si no pasara nada. Leí los mensajes de sus amigos y ¡cáspita! hacían como que hablaban con él, incluso lo felicitaban por su cumpleaños; de modo que, si no hubiera sabido la verdad, creería que estaba en algún lado y tal vez hasta hubiera caído en la tentación de felicitarle dos meses después, con alguna tontería que disculpara mi

Sueños

Temo dormir. Mi cerebro no deja de tener una intensa actividad nocturna y sueño cosas rarísimas. Tal vez una de las más inquietantes haya sido soñar mi propia muerte. Fue durante dos días seguidos: el primero, soñé que me desangraba por las muñecas y el segundo, que una mujer me empujaba por una ventana y yo caía lentamente mirándola a ella, las paredes,la ventana, hasta que un golpe seco me dio de lleno en la espalda. Sentí mi propia muerte y, al despertar, me dolía mucho el corazón. No todos los sueños son así de extraños, tengo otros más bizarros. También sueño repetidamente con mi padre. Es algo tan real que a veces tengo la sensación de que podré tocarlo con las manos al despertar. En enero de 1985, casi dos años después de su muerte, soñé que bailábamos. Me pasé muchos años buscando esa canción. La encontré años después: un amigo argentino le regaló a mi hija una reproducción de un disc-man de plástico. Se le colocaban disquitos de colores, de plástico también, y surgían distinta

Detrás de una banderolita

Mi afición por la restauración de muebles me generó un pequeño inconveniente en la puerta del Coso Taurino de Leganés. Hace tiempo cargo con una navaja suiza, de esas a las que sólo les falta un taladro con batería para dos horas, con la intención de extraer las chapitas de los muebles que encuentro por la calle, antes de que un gitano avezado lo haga. Confieso que todavía no la he usado. Pero ayer, me pegué el susto de mi vida cuando en la cola (en plena lluvia) corrió el rumor de que revisaban los bolsos para evitar que alguien introdujera un arma en el acto de Evo Morales. ¡Mierda! Pensé. Como sean estrictos, me veré en la situación de tener que renunciar a entrar o entregar mi navaja. En esas estaba, cuando me atacaron por otro frente: me entregaron un papelito para que escriba mis datos personales, incluido e-mail y teléfono. Obligatorio, me aclararon, si quería entrar. Me molestó muchísimo y me pareció una forma de control o una forma de generar spam político bastante miserable.