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Mostrando entradas de abril, 2012

Tal como éramos...

La nube de humo había cubierto por completo aquella ciudad que pronto sería apenas una imagen en la memoria. Sentados vis a vis en esa plaza cercana a su casa, le pedí que me esperara, que yo volvería en dos años. Él me dijo que no, que temía que ya no aguantaría tanto y yo me puse a llorar y él recurrió a esa voz graciosa que siempre usaba para bajar el tono al drama y me aclaró que todos debíamos morir, que eso era lo natural y que, al menos, teníamos un gran recuerdo de nuestra amistad. Terminamos la tarde y volvimos a su casa charlando de temas frugales, tratando de no enfrentar la verdad. Cuando una persona a la que te han unido tantas historias, tan esenciales y fundamentales en tu vida, tiene los días contados, las charlas toman unos rumbos de diseño. Cada palabra en su sitio, cada coma con su norma, cada adjetivo con su sustantivo, cada adverbio con su verbo, cada sonrisa, cada abrazo, cada despedida... ocupando el espacio tiempo necesario para que nada sobre. Pero hete aquí