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Mostrando entradas de octubre, 2010

Relojes...

Por alguna incomprensible razón, conservo guardados en una cajita todos los relojes que he usado los últimos años. En ese cementerio relojero hay para todos los gustos: variados colores, amarillos, negros, blancos, grises, rojos, marrones; desde las formas más clásicas hasta las más atrevidas; de varias marcas, desde Rodania, pasando por Rado, Landó, los infaltables Citizen (son varios) y aquéllos de nombre olvidable; de mi padre, de mi madre, de mi suegro, de mi suegra; algunos, se empeñan en funcionar y otros hace rato que decidieron jubilarse, cansados de andar el tiempo. No lo hago por coleccionismos, pues sería absurdo: no me gusta coleccionar nada. Tal vez sólo sea que mi ecologista activo interior no sabe cómo reciclarlos, quizá porque el tiempo no se recicla nunca. Alguna vez, confundidos, creemos que podemos recuperar algo del pasado, sólo para darnos cuenta que cada día es una hoja limpia, apta para comenzar a escribir nuestro nuevo karma. Ahí están. Pero faltan algunos memo