Hoy, se cumplen 30 años de tu partida. Temprano renunciamos al amor recíproco, a la charla desmedida, la discusión ilimitada, aprender yo de tu experiencia, tú de mi joven curiosidad. Poemas dormidos en el tintero, consejos muertos de frío, el mero acto de escuchar, sin movimiento, ni velocidad o aceleración. No sé cómo contar estos treinta años sin ti puesto que lo que conociste no sirvió de nada. Mucha vida, mucha muerte, algún éxito, grandes y pequeñas piedras en el camino, gente que valió la pena conocer, la mayoría, bazofia al peso. Deudas, regalos, canciones, recuerdos, tu tango favorito y tú siempre en la columna del debe. Y esa puta insistencia de pensar que me faltó más tiempo contigo para conocer esa historia que no me contaste porque lo urgente siempre se antepuso a lo bueno. En el fondo, entre medias, arriba y abajo, tú... mi padre ausente.