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Mostrando entradas de mayo, 2009

Benedetti

Conocí a Mario Benedetti allá por los '80 en la Plaza Cadenas de la Universidad de La Habana. Él daba un recital de poesía y yo estudiaba economía en esa misma universidad. Habíamos ido con un grupo de amigos uruguayos un par de horas antes a ubicarnos en el suelo cerca de la mesa en la que se suponía iba a sentarse Benedetti. Hicimos bien, pues, como si de un cantante de rock se tratara, a la hora señalada en la que llegaba el escritor, nos dimos cuenta que una pequeña multitud había ido poblando todos los rincones de la plaza. Milímetro a milímetro jóvenes de todas las nacionalidades habían llenado el espacio mientras esperaban la lectura de unos poemas aprendidos de memoria en las soledades de la clandestinidad, el exilio o en las aulas cubanas. Y allí estaba Mario Benedetti. El padre y abuelo de todos nosotros. Se sentó y con esa voz cálida y suave comenzó a alimentarnos con sus metáforas y comparaciones. Para mí era una noche de ensueño. Estaba feliz. Hasta que un amigo urugua

Arturo: un gato de leyenda o la leyenda de un gato

Voy a tomarme la licencia de atribuir a la ley de las compensaciones el que, justamente el año en el que murió Alba Lucas, hubiera ingresado en el inventario de mis afectos un gato callejero al que, por su apariencia más cercana a la de un rey que a la de un vagabundo, pondríamos de nombre Arturo. La hija de una amiga querida nos había invitado a pasar la Semana Santa en Córdoba. Cinco días en los que alternamos visitas a la Mezquita con tropezones de los pasos, santos y sus fieles a los que nunca buscábamos pero que salían a nuestro encuentro. Nuestra amiga, que estudiaba veterinaria, nos comentó que estaba curando a un gato callejero que tenía la cola herida por culpa de algún desaprensivo que la había atrapado con la puerta del coche. Nos comentó que probablemente había sido abandonado. Era demasiado manso. Una tarde, al volver, lo encontramos en la acera con ese aire seductor que nos conquistaría por siempre. Lo subimos al piso y le pedimos a nuesta amiga que se quedara en él todo