A lo que Einstein llamó la infinita estupidez humana debo el que el 30 de agosto de 2017 me abandonaran dos cachorros de gato en la colonia que alimento. Una de las empleadas de este centro deportivo, me puso al corriente nada más llegar: eran dos gatines y sólo supo describirme a uno, blanco con motas marrones. Dos días después, con mucho esfuerzo cogí al más pequeño, al que ella no había visto, el otro, había desaparecido y yo me temía que se hubiera ido en algún motor de coche ya que las noches empezaban a enfriarse después del duro y caluroso verano. A este chiquilín se lo endosé a mi vecina y le puso de nombre Pin Pón y es un animal sanote y hermoso. Su hermanito había ido a buscar ayuda. Era más fuete y por eso mismo se desplazó dentro de la colonia hasta recalar en la parte de abajo, donde hay muchos gatos. Un par de meses después, hizo aparición y me lo comentaron: había un gatito blanco con manchitas marrones pululando entre los adultos. Me demoré mucho en verlo. No fue has