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Mostrando entradas de marzo, 2012

Me rebelo...

No, hoy no apagaré la luz durante la hora propuesta por WWF y les explico por qué. Nos piden que apaguemos la luz "por el planeta" y para "generar conciencia". ¡Venga ya! No me da la gana. Y aquí van mis razones: 1. En mi familia ya somos muy concientes acerca del ahorro energético: tenemos el mínimo de entrada eléctrica en casa, es decir, si enciendes el horno, que es un horno pequeño porque el grande gastaba mucha energía, no puedes encender una hornilla; nadie sale de su habitación sin apagar la luz respectiva; concentramos todo lo que hacemos en la sala, así, de paso, hacemos más vida familiar; no estamos una hora en la ducha; no tenemos aire acondicionado y la calefacción siempre está en los mínimos. 2. Lo más importante, ¡¡no tenemos coche!! Es decir, cuando la distancia es menor a dos kilómetros, lo hacemos andando y si es más, en metro o autobús. Si queremos ir a otra provincia, vamos en autobús o en tren. No usamos bicicleta no por falta de conciencia nue

¡Qué hartita estoy...!

Los kaulong, de Nueva Bretaña, consideran a las mujeres agentes contaminantes. Estoy segura de que el cien por cien de las personas no sabe quiénes son los kaulong, pero no importa. Lo que importan son las conclusiones a las que han llegado los antropólogos a partir del estudio de este grupo humano. Analizando las hipérboles sociales podemos llegar a conclusiones que nos ayuden a ver la realidad en la que nos movemos. Porque para que nos consideren agentes contaminantes hay una simbología que me interesa para este análisis puntual y es el hecho de relacionar mujer-naturaleza y hombre-cultura; es decir, es bien sabido que el androcentrismo es lo que hace que el hombre (sic) tenga que controlar, dominar, destruir, modificar, aplastar a la naturaleza y si se considera a la mujer como parte de ella, no es extraño encontrar las mismas actitudes de abuso, propiedad, coacción, sometimiento, superioridad, hacia las mujeres en general, sin necesidad de ser de la tribu kaulong. En estos días h

Cuba, el camino más largo...

Ayer, el programa Salvados de Jordi Évole contrapesaba el impacto causado por la resistencia de la izquierda en Andalucía, con un reportaje destinado a sacarle los colores a la revolución cubana, tan casposa y tan jubilada ella. Confieso que esperaba más, pero aunque me resultó muy somero, creo que las cuatro cositas que mostró fueron suficientes como para saber por qué deriva va esa nave fantasma, que se parecer mucho al barco japonés que navega sin rumbo después del tsunami. Vaya por delante que el haber estudiado economía y haber trabajado en empresas cubanas me dio la posibilidad de analizar las causas del fenómeno actual en su germen: la economía cubana padecía ya entonces del síndrome socialista de falta de eficiencia, de productividad, de obsolescencia productiva y de ausencia de incentivos laborales. Y ahora, utilizando sus mismos términos, sin base productiva se les cae la superestructura y hay que aplicar la tijera. Como bien apuntaba Évole a uno de los entrevistados, los r

La otra yo...

Mientras escribo ésto, mi otra yo lleva las manos llenas de óleo. Está pintando un cuadro. Supongo que después de decenios será una pintora de éxito y que está realizada al saber que los pinceles siempre fueron la extensión de sus dedos y que los colores y formas tienen reservada una parte importante de su cerebro. Mientras, la yo arquitecta tiene también una carga de experiencia remarcable y seguramente ha cambiado tanto de casa intentando buscar la perfecta, que ahora no encuentra el cuchillo para la mantequilla o esos jabones negros de manos de un olor peculiar imprescindible. Salvo ese sutil y momentáneo desorden, piensa que cada cosa está diseñada con un objetivo claro y concreto y que esa nueva casa es el continente que la abarca de forma precisa. Vive en la actual Rusia y cuando camina por la Plaza Roja y pasea por el GUM se pregunta con qué alfabetos conjugaría los verbos que le dan vida, si no hubiera sido... La que terminó ingeniería civil recién encuentra ahora un poco de pa

Caza al hombre...

Aún cuando le rompieron el fémur, el desdichado se negó a hablar. Duraría un tiempo más sin decir palabra, hasta que lo amenazaron con romperle la otra pierna. Y habló, claro que habló y a quien lo critique le preguntaría con qué quiere que le rompa la suya, con una barra metálica o con la bota. A partir de esta confesión, ya todo el pescado estaba vendido y la toma de la casa en la cual estaban sus compañeros, de lucha, de utopías y de cuantas cosas se pueda inventar el ser humano, era cuestión de horas. Así fue. A las 6 de la mañana, un pequeño ejército conformado por la policía y la PM y dirigidos por el mismísimo ministro del interior que había ido sin lavarse la cara, porque la operación le tomó por sorpresa, y que iba acompañado por su viceministro. Ambos, cruceños de pura cepa. En esta batalla, murió el secuestrado y fueron acribillados a balazos, desarmados y después de haberse rendido, tres de los secuestradores que intentaban huir por la casa de al lado. Era 1990 y al día sig